04 julio 2006

Tirar del hilo...


La corrupción, en España, a menos que medien inidentifi­cadas -todavía- bandas gansteriles que marcan el territorio como los depredadores, rara vez se ciñe a un territorio limi­tado. Suele localizarse en auténticas redes que se extien­den a lo largo y ancho de las zonas que gobierna y "okupa" el partido de la oposición. Hubo un paréntesis o impasse tras los procesos contra el banquero impostor, Mario Conde, el tal Roldán, el de la Rosa y un largo etcétera. Parecía que habíamos entrado en aguas mansas. Pero era, porque la basura estaba rete­nida por la incuria de jueces que archi­va­ban las denuncias. Pero años después y gracias a uno que pasará a la historia de la intrepidez, se reanudó la mar­cha de la barredora itine­rante en la misma Marbella. Desde allí fue viendo su señoría que había que pasarla por toda la costa andaluza, por Mur­cia, por Valencia, por Madrid... ¿Acabará desvelando su au­daz señoría, como en otro tiempo a otro juez de postín le intrigaba la X de su organi­grama delictivo del GAL, que las claves de la corrupción ge­nerali­zada de hoy están encriptadas, por ejemplo, en la FAES, como todo el mundo sabe que las de la trama ameri­cana están entre las Universidades de Yale y Georgetown?

Efectivamente, el espíritu corrupto se caracteriza por que no se pone a sí mismo límites, ni barreras ni fronteras. Y también, porque la inmensa mayoría de los que se dedican a este tráfico inmundo tiene carnet o es fan de una conocida militancia en la que ondea la bandera de la barra del dinero y tres hermosas estrellas: soborno, comi­sión y chanchullo.

La barredora de su señoría prosigue su marcha. Ya in­cluso ha empe­zado a recoger a constructores, a arquitectos y a ediles de ayun­tamientos de la Comunidad de Madrid que están alia­dos a la sociedad franquista Promociones del Su­roeste, de la que es presidente Francisco Franco Martínez Bordiú, nieto del dictador, y Car­men Franco Polo, su mismí­sima hija, la principal accionista. Franco retumba. Franco no ha muerto: sigue vivo con apa­riencia societaria, y tiene con­nivencia con el constructor San Ro­mán que viene "ope­rando" desde hace años en la zona Su­roeste de Ma­drid. Ahora éste está en la cár­cel. Pero ve­re­mos cómo en cambio se libran de ella los ilustrísimos pa­rientes...

Pero tire, siga tirando del hilo su señoría y podrá pre­sen­ciar toda España hasta dónde llegan las ramificaciones de la hidra en un país que viene zarandeando desde sus princi­pios a la democracia como a una triste ramera de la que tantos señoritingos letrados e iletrados, sólo aptos para la trampa, son sus irreductibles proxenetas.

La corrupción, es decir, el cohecho -soborno y com­pra­venta de voluntades-, las maniobras para recalificar te­rrenos protegidos y construir luego sobre ellos, la prevarica­ción -re­soluciones y dictámenes injustos a sabiendas de que son injustos-, el dinero sin dejar rastro comprometedor, la inge­niería fi­nanciera -operaciones falseadas, simuladas-, la im­bricación en cadena de sociedades pro­pietarias unas de las otras para solaparlas entre sí, dificul­tando o impi­diendo la localización de los responsables... son los rasgos de toda corrupción político-económica en un país donde el engaño, la mentira, la desmesura, la estafa, la maledicencia y hasta el crimen desorganizado son pasto suculento para los de­predadores que no acaban de des­aparecer nunca en las sociedades primitivaes. Predadores in­finitamente más dañi­nos que los de éstas, pues las sociedades primitivas respe­tan a la Natu­raleza por encima de todo, mientras que los de esa calaña no piensan en otra cosa que cargársela...
Tire, siga tirando del hilo del jersey su señoría. Seguro que de una vez será posible acabar deshaciendo el jersey en­tero. Sólo así podrá renacer de sus puercas cenizas, una España limpia y con cada Comunidad-Estado en su sitio...

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