25 julio 2006

Seamos optimistas...

El mundo -Estados Unidos e Is­rael- está convulso. Y las armas que tienen y pueden disparar ambos países ja­más tuvie­ron tanta fuerza destructiva. Tanta, como para hacer saltar por los aires al planeta...

Pero seamos optimistas: los arse­nales serán desman­te­la­dos por los gobiernos prudentes y sagaces que velan las armas nuclea­res, y reinará la paz per­petua.

Las masas migratorias son ya imparables. Huyen, por los motivos que han huido siempre las poblaciones y los pue­blos, por la peste, por guerras y por hambrunas...

Pero seamos optimistas: habrá en Europa espacio y ali­mentos y agua para albergar a toda la población de Africa.
El desierto avanza vertiginosamente, los glaciares re­troce­den, los polos se derriten, los humedales se desvane­cen, cientos de miles de especies desaparecen, los mares y ríos se degradan, los humedales se agrietan...
Pero seamos op­timistas: el buen Dios de los creyentes dará la oportuna or­den a sus ángeles para que vuelva el turno de la lluvia y los sibaritas puedan disfrutar de sus pis­cinas y de sus campos de golf hasta la hartura.
En España el PP y en Estados Unidos el partido republi­cano están consagrados a socavar y a desvalijar cada uno a su país, y el segundo además al mundo entero...

Pero sea­mos opti­mistas: el PP entrará en razón y sus pe­rros de presa se amansarán; y los neocons se harán la lo­botomía y acepta­rán la co­existencia pacífica y el retorno al colectivismo que persiguieron sin tregua sus antecesores.
El mundo se acaba... pero seamos optimistas.

Así lo quieren los optimistas, que lo son porque hoy están en la cresta de la ola, porque han conseguido un cochazo o se acaban de hacer con un móvil de última genera­ción... No vamos a defrau­darles. Seremos optimistas. In­cluso ahora que ya sabe­mos que Dios y la Naturaleza aprietan y aho­gan.













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