Con la sucesión de hechos promovidos y las mentiras sin fin fabricadas por la administración americana durante un lustro, no hay quien siga creyendo ya en la democracia. Mejor dicho, no hay quien crea en el modelo democrático que Estados Unidos viene exportando al mundo desde que comenzó a contaminarlo con su cine.
Creemos en Dios durante milenios más por razones utilitarias que por verdadera fe. Creemos más por interés que por convicción. Pues ya se sabe que Dios no existe más que en el "ello" profundo colectivo que quiere explicar lo que no tiene explicación y porque creer en él contribuye al control social y al apaciguamiento. Hasta ayer -y aún buena parte de ellos- el ser humano se resistía a admitir que la inmensa mayoría de realidades visibles e invisibles no pueden explicarse más que rebus sic stantibus, mientras permanezcan así las cosas, provisionalmente...
Siempre fue perentorio dar respuesta el poder a todo al precio que fuera y como fuera. Durante siglos y siglos se ponía a Dios por medio para dar el último toque. El Deus ex machina era una triquiñuela teatral. Sacar a Dios de la máquina era un recurso para resolver en la obra literaria o en el escenario las situaciones críticas que de otro modo no tenían salida lógica salvífica. Pero a partir de principios del pasado siglo, a Dios le reemplazó la Ciencia. De manera que donde antes decía Dios, empezó a decirse Ciencia. La Ciencia respondía a todo. Pero no mucho después y casi a partir de entonces, donde decía Ciencia empezó a decirse “Universidad americana”. Dios eran las universidades americanas y su modelo político Dios...
Quizá sólo masivamente los directamente perjudicados por ese espejuelo se dan cuenta lúcidamente de que la democracia americana es una bravata, un bluff, y no mucho más son sus avances entendidos con claves que no sean las que ellos mismos han vendigo y divulgado.
Pero poco a poco, el mundo inteligente va despertando de la hipnosis. El mundo inteligente se percata de que Estados Unidos, sus constituciones, sus enmiendas, su periodismo, su política, sus mecanismos institucionales y su libertad son un camelo de proporciones inabarcables. Su posición geográfica y demográfica, así como su coyuntura en la historia, propiciaron el mito. Pero hoy, cada vez que Estados Unidos abren sus fauces a través de sus gansteriles dirigentes, no hace más que cavar más honda la tumba del imperio. Una fosa repleta de mentiras, de exageraciones, de sobrevaloraciones, de tópicos y de culto a la fuerza bruta con Rifle en mano. La libertad ya ni está al fondo del tapiz. Está secuestrada para todo aquel que en la metrópoli no pertenezca a la clase de los patricios...
Despierte el mundo de una vez y arroje el mundo a ese país al infierno de una vez. Al menos al infierno metafórico. Ha estado engañando al mundo casi desde el principio porque sus coordenadas históricas y su geopolítica nada tenían que ver con las de la mayoría de los países del resto del planeta. Nos engañaron entonces o quizá quisimos engañarnos, pero... ¿nos es lícito seguir engañándonos sin ser unos cretinos? Los Estados Unidos no deben seguir sirviendo en absoluto de referencia a Occidente, como nunca lo han sido para Oriente, Todo lo contrario. El mundo debe huir de sus planteamientos. Todo en aquel país es para facilitar el autoengaño y el fraude a quienes quieran imitarles. Imitarles, incluso ya escuharles, equivale a caer en la tela que la araña pone en un rincón para atrapar a la mosca. Los controles entre los poderes políticos e institucionales son ficticios. Estados Unidos es la Gran Patraña.
Todo ha quedado al descubierto por fin, al menos desde hace un lustro. La prueba es que, con un puñado de miserables a su frente que está conduciendo no sólo a su propio país a la ruina sino también al planeta entero, "ni siquiera el Partido Demócrata estadounidense, desplazado del poder por artimañas del gobernador de Florida, se ha planteado la necesidad de un proceso de incapacitación presidencial como el que condujo, por faltar asimismo a la verdad y obstruir la acción de la justicia, a la dimisión de Nixon" (J.Goytisolo).
Y esto es, porque en realidad todos: republicanos, demócratas, listos y tontos están en el ajo de la mentira, de la trapisonda y del dominio armado de su país sobre el resto del mundo. Más aún; sabiendo todos ellos del embeleco que han proyectado después de la Segunda Guerra Mundial sobre tantas sociedades seducidas (principalmente a través de su cine que ahora se manifiesta infecto por el mensaje subliminal o directo correspondiente), les apoyan. Ni siquiera lo salido de su Ciencia tiene ya verdadero interés al lado de un futuro tenebroso plagado de tribulaciones bíblicas y del agotamiento de los recursos naturales del planeta a cuyo empeño están todos entregados. Contribuyamos, cada uno a su manera, al desplome del monstruo de cien cabezas.
Creemos en Dios durante milenios más por razones utilitarias que por verdadera fe. Creemos más por interés que por convicción. Pues ya se sabe que Dios no existe más que en el "ello" profundo colectivo que quiere explicar lo que no tiene explicación y porque creer en él contribuye al control social y al apaciguamiento. Hasta ayer -y aún buena parte de ellos- el ser humano se resistía a admitir que la inmensa mayoría de realidades visibles e invisibles no pueden explicarse más que rebus sic stantibus, mientras permanezcan así las cosas, provisionalmente...
Siempre fue perentorio dar respuesta el poder a todo al precio que fuera y como fuera. Durante siglos y siglos se ponía a Dios por medio para dar el último toque. El Deus ex machina era una triquiñuela teatral. Sacar a Dios de la máquina era un recurso para resolver en la obra literaria o en el escenario las situaciones críticas que de otro modo no tenían salida lógica salvífica. Pero a partir de principios del pasado siglo, a Dios le reemplazó la Ciencia. De manera que donde antes decía Dios, empezó a decirse Ciencia. La Ciencia respondía a todo. Pero no mucho después y casi a partir de entonces, donde decía Ciencia empezó a decirse “Universidad americana”. Dios eran las universidades americanas y su modelo político Dios...
Quizá sólo masivamente los directamente perjudicados por ese espejuelo se dan cuenta lúcidamente de que la democracia americana es una bravata, un bluff, y no mucho más son sus avances entendidos con claves que no sean las que ellos mismos han vendigo y divulgado.
Pero poco a poco, el mundo inteligente va despertando de la hipnosis. El mundo inteligente se percata de que Estados Unidos, sus constituciones, sus enmiendas, su periodismo, su política, sus mecanismos institucionales y su libertad son un camelo de proporciones inabarcables. Su posición geográfica y demográfica, así como su coyuntura en la historia, propiciaron el mito. Pero hoy, cada vez que Estados Unidos abren sus fauces a través de sus gansteriles dirigentes, no hace más que cavar más honda la tumba del imperio. Una fosa repleta de mentiras, de exageraciones, de sobrevaloraciones, de tópicos y de culto a la fuerza bruta con Rifle en mano. La libertad ya ni está al fondo del tapiz. Está secuestrada para todo aquel que en la metrópoli no pertenezca a la clase de los patricios...
Despierte el mundo de una vez y arroje el mundo a ese país al infierno de una vez. Al menos al infierno metafórico. Ha estado engañando al mundo casi desde el principio porque sus coordenadas históricas y su geopolítica nada tenían que ver con las de la mayoría de los países del resto del planeta. Nos engañaron entonces o quizá quisimos engañarnos, pero... ¿nos es lícito seguir engañándonos sin ser unos cretinos? Los Estados Unidos no deben seguir sirviendo en absoluto de referencia a Occidente, como nunca lo han sido para Oriente, Todo lo contrario. El mundo debe huir de sus planteamientos. Todo en aquel país es para facilitar el autoengaño y el fraude a quienes quieran imitarles. Imitarles, incluso ya escuharles, equivale a caer en la tela que la araña pone en un rincón para atrapar a la mosca. Los controles entre los poderes políticos e institucionales son ficticios. Estados Unidos es la Gran Patraña.
Todo ha quedado al descubierto por fin, al menos desde hace un lustro. La prueba es que, con un puñado de miserables a su frente que está conduciendo no sólo a su propio país a la ruina sino también al planeta entero, "ni siquiera el Partido Demócrata estadounidense, desplazado del poder por artimañas del gobernador de Florida, se ha planteado la necesidad de un proceso de incapacitación presidencial como el que condujo, por faltar asimismo a la verdad y obstruir la acción de la justicia, a la dimisión de Nixon" (J.Goytisolo).
Y esto es, porque en realidad todos: republicanos, demócratas, listos y tontos están en el ajo de la mentira, de la trapisonda y del dominio armado de su país sobre el resto del mundo. Más aún; sabiendo todos ellos del embeleco que han proyectado después de la Segunda Guerra Mundial sobre tantas sociedades seducidas (principalmente a través de su cine que ahora se manifiesta infecto por el mensaje subliminal o directo correspondiente), les apoyan. Ni siquiera lo salido de su Ciencia tiene ya verdadero interés al lado de un futuro tenebroso plagado de tribulaciones bíblicas y del agotamiento de los recursos naturales del planeta a cuyo empeño están todos entregados. Contribuyamos, cada uno a su manera, al desplome del monstruo de cien cabezas.
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