22 julio 2006

Ser rico en Occidente...


Sabemos de sobra que el mundo no está gobernado por la inteligencia. Pero es que el “modelo” capitalista está mucho más en manos de la cretinez y de los mecanismos que se anulan o se aniquilan unos a otros, que del recto sentido de las cosas. Y el factor más tremebundo y disgregador del “modelo”, es precisamente fundamento, tracción y carcoma del mismo al mismo tiempo: la riqueza...

Por otra parte el trabajo físico no hace ricos. Menos aún el intelectual y el artístico. Aunque éstos tampoco pretenden la riqueza. Es más, hasta cierto punto el quehacer intelec­tual y el artístico la esquivan, pues la atención que requiere per­turba la integridad indispensable para propiciar la inspi­ra­ción. Es decir, no es la inteligencia creativa propiamente di­cha lo que genera riqueza. Ni si­quiera el comercio tradi­cio­nal hace por sí mismo opulenta a una persona...

Tampoco viene la riqueza del ate­soramiento de papel mo­neda o del interés bancario. Antes provenía de la usura, de la explota­ción de otros o del expo­lio. Hoy es en la especula­ción y en el acceso al dinero finan­ciero donde está su fuerza motriz. Pero al final, la riqueza está generada por la listeza y por la argucia, asociadas a la falta de escrúpulos y al no te­ner ja­más en cuenta a “el otro”. Además, la especulación y el ac­ceso al dinero financiero necesitan de la complicidad o del ami­guismo (que nada tiene que ver con la amistad), con lo que su expansión alcanza a menudo la potencia y pro­yección de la masa crítica.

Otra vía de acceso a la riqueza en el sistema ultracapita­lista, es la hereditaria. Pero por lo que se refiere a las herencias y especialmente a las de viejas fortu­nas, esas fortu­nas rara vez no fueron fue­ron amasadas por mor del abuso, de la brutalidad y de los privi­legios de los antepasa­dos y no por su nobleza moral. En todo caso un hombre o mujer honrados que han heredado, puesto que ese origen es ordinariamente espúreo, siempre lavarán el primitivismo acaparador de sus ancestros. Lo harán -o debieran hacerlo- repartiendo la for­tuna, que para ellos es gratis, con sus tra­bajadores, con su familia o con los desheredados. Así es que si efectivamente son honrados, dejarán de ser ri­cos y se conformarán con lo pruden­cial.

También la riqueza viene del azar puro. Pero la fortuna que procede del azar es aislada y testimo­nial, y además las leyes fiscales, exigidas y cumplidas es­crupulosamente cie­rran el paso al enriquecimiento extremo, pues la siguen como a presa segura...

Todo enriquecimiento es, pues, mírese por donde se mire y por definición, injusto: al­guien se priva o sufre por cuenta del enriquecido. Nadie puede, "honradamente", hacerse rico Aho­rrando como guarda la hormiga para el invierno, sólo es po­sible un in­vierno confortable. No más.

En realidad en el mundo se oponen dos concepciones globales sobre la riqueza, dos modos de "estar" en la exis­tencia: "para sí" o "para todos". Una sostiene el derecho a acumular individualmente riqueza y la otra niega ese de­re­cho porque tiene conciencia de que por ella pagan siem­pre otros aunque estén mezclados con la Humanidad.

Sea como fuere, desde luego nadie puede negar que el universo ju­dío es quien lidera la primera opción y ofrece la mayor resistencia frente a la otra que propugna la sobriedad en provecho de los más.

Dejo al margen a Marx y a Engels en sus análisis insupe­rables sobre el origen del capital y el de la propiedad pri­vada, por técnicos y economicistas. Y además, por­que son millones los expertos exégetas en esa materia. Y lo dejo para ir a la vertiente moral o ética del asunto, pues ninguna religión propaga el abuso de unos semejantes sobre otros, ni predica el derecho del que tiene más a des­pojar a los demás.

Esto no es una descripción maniqueísta, separadora de humanos buenos y generosos, por un lado, y de humanos malos y egoístas por otro. Esto es para explicar sucinta­mente cómo está levantada la sociedad capitalista, cuáles son las bases, las raíces, la condición de unos ciu­dadanos y la ralea de los otros. Sobre todo, por qué ha con­citado siempre la repulsa del mundo, el quehacer y el desenvolvi­miento elitista y semisecreto del judío.

Israel es la versión del Estado Republicano estadouni­dense y Ehud Olmert una réplica de Bush en listo.

La realidad y la historia tienen infinitas capas. Sobre todo desde que la civilización ahoga a las sociedades y abarca a casi todo el género humano. Frecuentemente aflora la con­frontación práctica –crisis y guerras- entre las concepciones sobre la riqueza a que hice referen­cia, y de ello se des­prende un rencor irremediable e incurable...

Las diferencias están en los orígenes, en las interpretacio­nes variopintas del Antiguo y del Nuevo Testa­mento. Sólo un apunte a propósito de esto: quizá preci­samente la dis­persión, la diseminación y el desarraigo o falta de asen­ta­miento de la raza hebrea han posibilitado la acumulación proverbial de sus riquezas. Otro apunte: yo creo que en el fondo a esa raza nunca le ha interesado fijar residencia. Como muchos per­so­najes en la historia, han preferido influir a gobernar. En realidad quienes dictan la política exterior a Israel están en Estados Unidos. Son hebreos, lobbies o gru­pos de presión que lo gobiernan a distancia. A fin de cuen­tas la es­trategia del apátrida le faci­lita considerablemente su ope­rati­vidad, su movilidad y la ilocalización por dispersión física, de su ri­queza.

Pero en el supuesto de que errar eternamente fuera una maldición o una condena, hasta que se erigió el Estado ju­dío en 1947 lo cierto es que la raza hebrea no ha vivido pre­cisa­mente sólo para sobrevivir o nadando en la miseria, como otras razas. Su historia es la historia del "rico". Y aquí quería lle­gar...

Si además de haber contado siempre con el máximo poder financiero y con la inteligencia preclara de muchos de sus individuos; si además de avatares milenarios acabaron por "poseer" un te­rritorio; si además de haber sido los más ricos de la creación... ahora concentran también no el poder de siempre sino también el nuclear... Y a todo eso se une la volun­tad de poder a que se refiere Nietzsche, el resto del mundo no opulento no tendrá más remedio que revolverse contra ellos.

Ellos mismos, los hebreos, los judíos o los sionistas son ¡vivir para ver! quienes están vaciando de contenido los ar­gu­mentos que el mundo justo ha encontrado hasta ayer para deplorar sus expulsio­nes históricas y para llorar el holocausto. Para llorar el holocausto que su­frieron los seis millo­nes de su raza por la crueldad que ahora ellos inflingen a sus vecinos, con el mismo pretexto de la legítima de­fensa y con la misma perversa catadura que irradia el protector de todos ellos: Bush y sus secuaces, los congresistas judíos norteamerica­nos, los holdings financieros judíos norteameri­canos y los grupos de presión judíos norteamericanos. Is­rael y Estados Unidos son en realidad Uno.

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