En el neoliberalismo subyace un diabólico propósito genocida aunque en los principios “fundacionales” de los ensayistas mediáticos norteamericanos (economistas y sociológoso principalmente) no figure registrado. En principio parece defensivo (y en cierto modo lo es), pues no aparece como fin último la eliminación de etnias de segunda y sectores sociales. Pero la eliminación es una consecuencia necesaria del mismo; está implicita en el cálculo perverso, como el que no quiere la cosa, de la sucesiva desaparición de los incautos, de los que aún tienen escrúpulos sociales, de los confiados y de los cabales.
Esta sociedad occidental, competitiva hasta la ferocidad, no puede sino generar un todos contra todos en el que el ingenuo no tiene cabida. El ingenuo es la víctima primera, cuando se supone que el grueso de cada pueblo y de cada sociedad está compuesto de confiados y de bondadosos más o menos entusiastas de la prosperidad nominal que se les vende, pese a que a ella sólo tiene acceso una pequeña parte en comparación con la que queda al margen a lo largo y ancho del planeta. Y digo que ingenua es la mayoría, pues si la ingenuidad estuviera sólo en la minoría absoluta, una nueva revolución cruenta estaría ya en marcha hace mucho tiempo. Si todos fuéramos tan bestiales como ellos, tuviéramos la moral de los "señores" nieztscheana, es decir careciéramos en absoluto de moral, pese a guardias y prisiones, pronto el mundo saltaría por los aires... con ellos.
Es la “honradez” de la inmensa mayoría lo que a ésta le hace preferir sucumbir a la presión de los "fuertes"; es la “honradez” generalizada lo que hace posible a estas sociedades neocapitalistas. Si “todos” estuviéramos en pie de guerra y con disposición de transgredir con las mismas armas que sus enemigos, no habría códigos penales, sistemas penitenciarios y dispositivos de control social que hicieran posible la estabilidad externa en que se desenvuelven. La principal contención radica en la "honradez". Y no me refiero a la honradez forzosa, a la mantenida con pelotas de goma, gases lacrimógenos y cárcel, sino a la “honradez” que deviene del retraimiento general y del "no atreverse" de los más, por motivos varios. Por eso el sistema neoliberal viene funcionando con arreglo a una fórmula que refuerza la selección natural en la sociedad posindustrial robótica, en cuyo tramo final el resultado es una auténtica selección social dirigida en que los patricios se alcen sobre el resto.
Lo que propicia el sistema único de iniciativa privada -verdadero eje del mal norteamericano- es restringir el disfrute del estado de bienestar sólo a elegidos. Como según ese sistema al repartir la tarta no hay para todos, diezmar a la población activa excluyendo a los que les conviene considerar “incapaces” porque no acceden al mundo del trabajo pero tampoco asegurándoles un mínimo, es un modo criminal de sembrar no ya la infelicidad sino la destrucción de quienes fuere menester, la audestrucción, es decir el suicidio que aumenta en progresión exponencial según la OMS.
Sin trabajo, sin salario y sin subsidio hay un suicida o un criminal en potencia cuando a la carencia se suma la falta de esperanza. El neoliberalismo yanqui ha prendido en otros países, entre ellos España, y está fundado en esa tesis de la aniquilación gradual. No atender a la parte de la población desheredada, perseguirla con una intención cierta de eliminación es un método nazi que no sólo contribuye a la selección natural, sino que la potencia hasta convertirla en selección artificial. Por eso talan bosques, destruyen ecosistemas, extinguen etnias, persiguen al árabe y a grupos sociales y a individuos que califican de terroristas en unos casos y en otros de incapaces porque no se les someten. El débil es o terrorista o incapaz dentro de la idea de la “selección” artificial a que me refiero...
Se les reconoce bien a los padres de la monstruosidad porque no es que les baste, es que aspiran a la vida artificial, sin poesía, sin remansos que no sean campos de golf; porque refuerzan al teóricamente fuerte, fuerte que lo es porque carece de escrúpulos con el débil; porque ponen en manos del fuerte las armas de fuego, financieras y mediáticas que niegan a otros que les harían frente.
Herbert Spencer es su principal mentor. Se lo han sacado de la chistera. Por eso Aznar propuso un día al Chávez venezolano que se uniera al famoso trío de satanes, argumentando que "los pueblos pobres (la sociedad pobre dentro de la opulenta incluida) están llamados a desaparecer”. Claro que están llamados a desaparecer. Pero no están llamados a desaparecer por la selección implacable natural, sino por la selección previa que los anglosajones aliados a los hispanos herederos de los conquistadores se han propuesto hacer en el mundo para diezmarlo y para que a la larga, o más bien a la corta, quede en él la quintaesencia de la raza y del grupo dominante.
Herbert Spencer formuló el principio sobre la “supervivencia de los más aptos” seis años antes que Darwin. En su obra La estática social (1851) y en otros estudios, Spencer defendió que a través de la competencia la sociedad evolucionaría hacia la prosperidad y libertad individuales. Una teoría que ofrecía la posibilidad de clasificar a los grupos sociales según su capacidad para dominar la naturaleza. Desde este punto de vista, las personas que alcanzaban riqueza y poder eran consideradas las más aptas, mientras que las clases socioeconómicas más bajas, las menos capacitadas.
Lo malo es que todo el proceso selectivo no se produce gracias a aptitudes naturales, sino a ventajas adjudicadas o logradas por vía de una moral que se caracteriza por la falta de moral, por el despojo del escrúpulo, por la determinación de doblegar al competidor por el método y las habilidades que fueren menester sin límites, sin miramientos, sin conciencia. En la teoría del darwinismo social el neoliberalismo rechaza la intervención de los gobiernos en los asuntos relacionados con la competencia entre las personas y está a favor del laissez-faire como doctrina política y económica única. Esta teoría fue utilizada por algunos como base filosófica del imperialismo, el racismo y el capitalismo a ultranza. Esta es la semilla del nazismo ultraindividualista que impera ahora en el mundo más fuerte armamentísticamente, que se erige también en el más fuerte en todo lo demás. Esto está en línea con la antigua “moral”. Aquélla que atribuía la enfermedad al castigo divino, por la perversidad del individuo que la padecía o por la maldad de sus antepasados.
El darwinismo social, Herbert Spencer y los que sociológicamente han abrazado el tipo convencional de economía que se ajusta al darwinismo social, son los actuales nazis norteamericanos, británicos, italianos e hispanos que dominan al mundo. Téngase presente todo esto a la hora de preparar la posible defensa frente a esta reata de canallas. Canallas émulos de Hitler que a diferencia de éste y de los necios que le rodeaban, tienen buen cuidado de no poner las cartas boca arriba haciendo proclamas a lo Mein Kampf que pudieran poner en guardia decididamente a las partes de la sociedad y del mundo sanas que todavía quedan. Ellos van a lo seguro. Y para lograr lo seguro no hay mayor desatino que desvelar los auténticos propósitos y la estrategia.
Esta sociedad occidental, competitiva hasta la ferocidad, no puede sino generar un todos contra todos en el que el ingenuo no tiene cabida. El ingenuo es la víctima primera, cuando se supone que el grueso de cada pueblo y de cada sociedad está compuesto de confiados y de bondadosos más o menos entusiastas de la prosperidad nominal que se les vende, pese a que a ella sólo tiene acceso una pequeña parte en comparación con la que queda al margen a lo largo y ancho del planeta. Y digo que ingenua es la mayoría, pues si la ingenuidad estuviera sólo en la minoría absoluta, una nueva revolución cruenta estaría ya en marcha hace mucho tiempo. Si todos fuéramos tan bestiales como ellos, tuviéramos la moral de los "señores" nieztscheana, es decir careciéramos en absoluto de moral, pese a guardias y prisiones, pronto el mundo saltaría por los aires... con ellos.
Es la “honradez” de la inmensa mayoría lo que a ésta le hace preferir sucumbir a la presión de los "fuertes"; es la “honradez” generalizada lo que hace posible a estas sociedades neocapitalistas. Si “todos” estuviéramos en pie de guerra y con disposición de transgredir con las mismas armas que sus enemigos, no habría códigos penales, sistemas penitenciarios y dispositivos de control social que hicieran posible la estabilidad externa en que se desenvuelven. La principal contención radica en la "honradez". Y no me refiero a la honradez forzosa, a la mantenida con pelotas de goma, gases lacrimógenos y cárcel, sino a la “honradez” que deviene del retraimiento general y del "no atreverse" de los más, por motivos varios. Por eso el sistema neoliberal viene funcionando con arreglo a una fórmula que refuerza la selección natural en la sociedad posindustrial robótica, en cuyo tramo final el resultado es una auténtica selección social dirigida en que los patricios se alcen sobre el resto.
Lo que propicia el sistema único de iniciativa privada -verdadero eje del mal norteamericano- es restringir el disfrute del estado de bienestar sólo a elegidos. Como según ese sistema al repartir la tarta no hay para todos, diezmar a la población activa excluyendo a los que les conviene considerar “incapaces” porque no acceden al mundo del trabajo pero tampoco asegurándoles un mínimo, es un modo criminal de sembrar no ya la infelicidad sino la destrucción de quienes fuere menester, la audestrucción, es decir el suicidio que aumenta en progresión exponencial según la OMS.
Sin trabajo, sin salario y sin subsidio hay un suicida o un criminal en potencia cuando a la carencia se suma la falta de esperanza. El neoliberalismo yanqui ha prendido en otros países, entre ellos España, y está fundado en esa tesis de la aniquilación gradual. No atender a la parte de la población desheredada, perseguirla con una intención cierta de eliminación es un método nazi que no sólo contribuye a la selección natural, sino que la potencia hasta convertirla en selección artificial. Por eso talan bosques, destruyen ecosistemas, extinguen etnias, persiguen al árabe y a grupos sociales y a individuos que califican de terroristas en unos casos y en otros de incapaces porque no se les someten. El débil es o terrorista o incapaz dentro de la idea de la “selección” artificial a que me refiero...
Se les reconoce bien a los padres de la monstruosidad porque no es que les baste, es que aspiran a la vida artificial, sin poesía, sin remansos que no sean campos de golf; porque refuerzan al teóricamente fuerte, fuerte que lo es porque carece de escrúpulos con el débil; porque ponen en manos del fuerte las armas de fuego, financieras y mediáticas que niegan a otros que les harían frente.
Herbert Spencer es su principal mentor. Se lo han sacado de la chistera. Por eso Aznar propuso un día al Chávez venezolano que se uniera al famoso trío de satanes, argumentando que "los pueblos pobres (la sociedad pobre dentro de la opulenta incluida) están llamados a desaparecer”. Claro que están llamados a desaparecer. Pero no están llamados a desaparecer por la selección implacable natural, sino por la selección previa que los anglosajones aliados a los hispanos herederos de los conquistadores se han propuesto hacer en el mundo para diezmarlo y para que a la larga, o más bien a la corta, quede en él la quintaesencia de la raza y del grupo dominante.
Herbert Spencer formuló el principio sobre la “supervivencia de los más aptos” seis años antes que Darwin. En su obra La estática social (1851) y en otros estudios, Spencer defendió que a través de la competencia la sociedad evolucionaría hacia la prosperidad y libertad individuales. Una teoría que ofrecía la posibilidad de clasificar a los grupos sociales según su capacidad para dominar la naturaleza. Desde este punto de vista, las personas que alcanzaban riqueza y poder eran consideradas las más aptas, mientras que las clases socioeconómicas más bajas, las menos capacitadas.
Lo malo es que todo el proceso selectivo no se produce gracias a aptitudes naturales, sino a ventajas adjudicadas o logradas por vía de una moral que se caracteriza por la falta de moral, por el despojo del escrúpulo, por la determinación de doblegar al competidor por el método y las habilidades que fueren menester sin límites, sin miramientos, sin conciencia. En la teoría del darwinismo social el neoliberalismo rechaza la intervención de los gobiernos en los asuntos relacionados con la competencia entre las personas y está a favor del laissez-faire como doctrina política y económica única. Esta teoría fue utilizada por algunos como base filosófica del imperialismo, el racismo y el capitalismo a ultranza. Esta es la semilla del nazismo ultraindividualista que impera ahora en el mundo más fuerte armamentísticamente, que se erige también en el más fuerte en todo lo demás. Esto está en línea con la antigua “moral”. Aquélla que atribuía la enfermedad al castigo divino, por la perversidad del individuo que la padecía o por la maldad de sus antepasados.
El darwinismo social, Herbert Spencer y los que sociológicamente han abrazado el tipo convencional de economía que se ajusta al darwinismo social, son los actuales nazis norteamericanos, británicos, italianos e hispanos que dominan al mundo. Téngase presente todo esto a la hora de preparar la posible defensa frente a esta reata de canallas. Canallas émulos de Hitler que a diferencia de éste y de los necios que le rodeaban, tienen buen cuidado de no poner las cartas boca arriba haciendo proclamas a lo Mein Kampf que pudieran poner en guardia decididamente a las partes de la sociedad y del mundo sanas que todavía quedan. Ellos van a lo seguro. Y para lograr lo seguro no hay mayor desatino que desvelar los auténticos propósitos y la estrategia.
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