21 agosto 2006

Pobres afganos...


¿Qué pinta la OTAN, qué pretenden las fuerzas com­puestas por 35.000 soldados extranjeros -700 de ellos es­pañoles- ocupando el Afganistán?

Se habla lógicamente mucho de Irak, pero también ¡po­bres afganos! que no han querido nunca más que su in­de­pendencia total, como cualquier país quiere la suya, pero que jamás consiguen y no hacen más que sufrir por ello.

Después de la masacre gratuita -gratuita por motivos in­ventados, prefabricados- decidida por Bush y su camarilla imputando a Bin Laden la autoría del 11-S y situando estú­pidamente su refugio en aquel desgraciado país, la OTAN, Europa y esa "comunidad internacional" de risa, palanga­nera del imperio, colabora a la prosecución de la domina­ción oc­cidental de aquel trozo de tierra.

Han pasado cinco años desde la invasión infame con la muerte de decenas de miles de seres humanos -de pobla­ción civil en su mayoría-, en el país de los talibanes. Sin em­bargo la leyenda de Bin Laden sigue viva para mantener el fuego sagrado de la ocupación opresora; el omar Mulá, su supuesto lugarteniente, huyó en motocicleta por la cadena montañosa Hindu-Kush y sigue en paradero desconocido; y los talibanes -gentes, estudiantes que interpretan estricta­mente el Corán- siguen predominando y combatiendo al ex­tranjero empeñado en poner allí su bota.

Siguen combatiendo, como los vietnamitas lucharon hasta sufrir genocidio, los españoles rechaza­ban al francés en la invasión napoleónica, los europeos re­chazaron la invasión hitleriana, y como ahora, del otro lado, los fascistas yanquis y europeos siguen asu­miendo el papel de salvadores del mundo o de no sabemos qué y quién y nadie se lo ha pe­dido. Todo ello acompañado además de la destrucción me­tódica humana y material de países –uno de ellos cuna de la civilización-, de la convulsión revuelta de buenos y “malos”, y de tener metido en un puño a la mayoría de las socieda­des con excusas y mentiras per­manentes a las que no les dan fin.

¿Cómo puede un gobierno socialista, por más que se haya desvestido de los principios colectivistas -que ya es decir- co­laborar indecentemente con esta legión de sinvergüen­zas? ¿Como puede enviar tropas el gobierno de Zapatero para participar en las masacres creyendo las patrañas del impe­rio y practicando la injerencia por sistema. ¿Cómo puede granjearse además su propio descrédito ante las ma­sas populares, posi­cionadas mucho más cerca de la línea que acabo de exponer que con la tesis innoble de que hay que matar a los talibanes como si fueran conejos, que es lo que dijo el general Myers nada más invadir el yanqui aquel pobre país?

Por favor, señores del gobierno, apártense como buena y diplomáticamente puedan, de estas pésimas compañías, del Solana ingenuo o necio que creyó ver instalaciones de ar­mas masivas en la fotografía que le presentó en 2004 Co­lin Powell como “prueba” de lo que luego ha resultado una im­postura descomunal -una compo­nenda fotográfica-, y de esta comunidad internacional tan vapuleada como una débil mujer a manos de su alcohólico marido en un matrimonio de aquellos para toda la vida...

Métanselo en la cabeza. Los fascistas, el fascismo, se está apoderando del mundo si no se ha apoderado ya de él. Lo que no consiguió el nazismo y el fascismo por las bravas en la segunda gran guerra, lo está consiguiendo este otro fascismo cana­lla revisado, por la puerta de atrás y con una combinación astuta de hipocresía y cínismo que pasará a la historia de la truculen­cia y de la estrategia político-militar.

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