A propósito de mi artículo de ayer “Pensar es un placer” y también del rechazo del ruso Gregori Perelman del galardón Fields voy a hacer unas reflexiones.
Desde luego Perelman esconde en tiempos revueltos pero supuestamente democráticos en su país, la formación, instrucción y educación eminentemente marxista. Ni el culto a la personalidad, ni el acicate de los premios ni el del aplauso ni el de los reconocimientos son estímulos para una persona independiente que se estime más a sí misma y estime el pensamiento ajeno a la personalidad, que a las vanidades y exaltaciones constantes que caracterizan al modelo capitalista.
"Mientras no era conocido tenía la posibilidad de decir cosas feas [sobre la profesión] o ser tratado como una mascota. Al pasar a ser conocido, no puedo ser una mascota y no decir nada. Por eso me he tenido que ir", dijo Perelman. En su opinión la mayoría de los matemáticos son conformistas: "Son más o menos honrados, pero toleran a los que no son honrados".
Mira por dónde y sin haber leído yo esta noticia que un amable comentarista de mi artículo introdujo en él, me encuentro en Perelman con el prototipo de persona que no sólo encaja en el de la verdadera inteligencia y honestidad que adoro, sino con la voz acusatoria de todo un tinglado socioeconómico que lleva camino de destruirse por la soberbia antes que por las guerras y el medioambiente...
Nadie es “alguien” por ser juez, escritor, novelista, filósofo, catedrático, notario o licenciado por cien universidades. Precisamente sabemos, quienes nos desenvolvemos en este tipo de sociedad, que la mayoría de las veces quienes son más distinguidos y celebrados son los que mejor se adaptan –y se han adaptado- al “modelo”; quienes lo ceban al tiempo que el modelo se ceba de él; quienes lo abrochan, lo apuntalan y no se permiten la más mínima crítica, si no se dedican a alabarlo. Todo ello pese a que la mayoría de las veces confundimos ataques a los efectos con los ataques a las causas. Estos son los que no son permitidos. Esto es lo que se vigila desde el Poder y principalmente el mediático.
Lo que dice Perelman es un axioma. “Mientras no era conocido tenía la posibilidad de decir cosas feas [sobre la profesión] o ser tratado como una mascota”. En cuanto recogiese su premio y su dinero, como en cuanto alguien escribe un libro y una editorial pone sus condiciones, sus entrevistas, sus presentaciones del mismo o hace podas al texto que comprometen severamente al sistema capitalista, el galardonado ha sido fagocitado por la “causa” y anulado como opositor a ella.
Pudiéramos decir que Saramago es otra excepción de los que manteniendo un pensamiento crítico radical de izquierdas es respetado por el pensamiento “oficial”, y ahí sigue exponiéndolo sin problemas por oposición al otro lerdo oficial del neoliberalismo, Vargas Llosa. Pero Saramago es muy mayor para hacer actos de profesión de fe anticapitalista y está, creo yo, por encima de toda liturgia capitalista. No obstante también he echado yo de menos en él (aunque no le sigo como para saber todo de él) si ha tenido algún gesto parecido al de Perelman en alguna ocasión.
Sea como fuere los títulos académicos, los galardones, los premios y los diplomas que muchos patanes tienen colgados a docenas de sus paredes y despachos no hacen más que acreditar que son fieles siervos del “modelo”; que no hay heterodoxia alguna en sus enfoques y planteamientos y sirve perfectamente a la complacencia general en la que destacan sus más significados aduladores: los periodistas que han reempazado a los clérigos de antaño en los púlpitos con su precepto más repulsivo pero que mueve, motiva y da sentido a toda una corporación como la religión movía -y mueve- a los clérigos cuando asumían su deber de predicar urbi et orbe el evangelio: el funesto “deber de información”. Y digo funesto porque tan pronto “informan” con pelos y señales, como silencian en la línea que interesa a los grandes intereses financieros y políticos de todo tipo que se sitúan en el centro neurálgico del poder mediático asociado a aquéllos...
Todo el empeño de los que llevan las riendas de la sociedad demoliberal es exaltar al individuo aislado mientras el resto es despreciado de muchas maneras por “desconocido”. Eso cuando no es acosado o perseguido como enemigo del sistema. Aquí se encierra también la persecución a que son sometidos muchos vascos no ricos por serlo, y por no someterse dócilmente al mismo aparte sus afanes.
Nosotros somos aquí teóricamente todos heterodoxos, todos enemigos de una fórmula de sociedad propicia para la injustica y el abuso institucionalizado por más que respondan enseguida sus turiferarios que hay instituciones a las que podemos reclamar...
Yo soy licenciado en Antropología por la UPV y doctor en Derecho por la U. Complutense. Pero se verá que nunca he hecho protesto de ello. Me parece que cuantos más títulos, como dije antes, más probabilidades hay de emporquecer el pensamiento que debe fluir libre de todo prejuicio y de toda preocupación por el qué dirán... En el caso de encontrarme en una situación imposible como la de Gregori Perelman -porque una cosa es la ciencia y otra la labia-, jamás hubiera aceptado ninguna distinción. Me basta sintonizar con alguno o alguna de los que hablamos aquí y en otras webs, a distancia y preferiblemente sin conocimiento personal.
Es muy importante tener en cuenta que ni Cristo ni Sócrates ni Buda fueron Licenciados...
Desde luego Perelman esconde en tiempos revueltos pero supuestamente democráticos en su país, la formación, instrucción y educación eminentemente marxista. Ni el culto a la personalidad, ni el acicate de los premios ni el del aplauso ni el de los reconocimientos son estímulos para una persona independiente que se estime más a sí misma y estime el pensamiento ajeno a la personalidad, que a las vanidades y exaltaciones constantes que caracterizan al modelo capitalista.
"Mientras no era conocido tenía la posibilidad de decir cosas feas [sobre la profesión] o ser tratado como una mascota. Al pasar a ser conocido, no puedo ser una mascota y no decir nada. Por eso me he tenido que ir", dijo Perelman. En su opinión la mayoría de los matemáticos son conformistas: "Son más o menos honrados, pero toleran a los que no son honrados".
Mira por dónde y sin haber leído yo esta noticia que un amable comentarista de mi artículo introdujo en él, me encuentro en Perelman con el prototipo de persona que no sólo encaja en el de la verdadera inteligencia y honestidad que adoro, sino con la voz acusatoria de todo un tinglado socioeconómico que lleva camino de destruirse por la soberbia antes que por las guerras y el medioambiente...
Nadie es “alguien” por ser juez, escritor, novelista, filósofo, catedrático, notario o licenciado por cien universidades. Precisamente sabemos, quienes nos desenvolvemos en este tipo de sociedad, que la mayoría de las veces quienes son más distinguidos y celebrados son los que mejor se adaptan –y se han adaptado- al “modelo”; quienes lo ceban al tiempo que el modelo se ceba de él; quienes lo abrochan, lo apuntalan y no se permiten la más mínima crítica, si no se dedican a alabarlo. Todo ello pese a que la mayoría de las veces confundimos ataques a los efectos con los ataques a las causas. Estos son los que no son permitidos. Esto es lo que se vigila desde el Poder y principalmente el mediático.
Lo que dice Perelman es un axioma. “Mientras no era conocido tenía la posibilidad de decir cosas feas [sobre la profesión] o ser tratado como una mascota”. En cuanto recogiese su premio y su dinero, como en cuanto alguien escribe un libro y una editorial pone sus condiciones, sus entrevistas, sus presentaciones del mismo o hace podas al texto que comprometen severamente al sistema capitalista, el galardonado ha sido fagocitado por la “causa” y anulado como opositor a ella.
Pudiéramos decir que Saramago es otra excepción de los que manteniendo un pensamiento crítico radical de izquierdas es respetado por el pensamiento “oficial”, y ahí sigue exponiéndolo sin problemas por oposición al otro lerdo oficial del neoliberalismo, Vargas Llosa. Pero Saramago es muy mayor para hacer actos de profesión de fe anticapitalista y está, creo yo, por encima de toda liturgia capitalista. No obstante también he echado yo de menos en él (aunque no le sigo como para saber todo de él) si ha tenido algún gesto parecido al de Perelman en alguna ocasión.
Sea como fuere los títulos académicos, los galardones, los premios y los diplomas que muchos patanes tienen colgados a docenas de sus paredes y despachos no hacen más que acreditar que son fieles siervos del “modelo”; que no hay heterodoxia alguna en sus enfoques y planteamientos y sirve perfectamente a la complacencia general en la que destacan sus más significados aduladores: los periodistas que han reempazado a los clérigos de antaño en los púlpitos con su precepto más repulsivo pero que mueve, motiva y da sentido a toda una corporación como la religión movía -y mueve- a los clérigos cuando asumían su deber de predicar urbi et orbe el evangelio: el funesto “deber de información”. Y digo funesto porque tan pronto “informan” con pelos y señales, como silencian en la línea que interesa a los grandes intereses financieros y políticos de todo tipo que se sitúan en el centro neurálgico del poder mediático asociado a aquéllos...
Todo el empeño de los que llevan las riendas de la sociedad demoliberal es exaltar al individuo aislado mientras el resto es despreciado de muchas maneras por “desconocido”. Eso cuando no es acosado o perseguido como enemigo del sistema. Aquí se encierra también la persecución a que son sometidos muchos vascos no ricos por serlo, y por no someterse dócilmente al mismo aparte sus afanes.
Nosotros somos aquí teóricamente todos heterodoxos, todos enemigos de una fórmula de sociedad propicia para la injustica y el abuso institucionalizado por más que respondan enseguida sus turiferarios que hay instituciones a las que podemos reclamar...
Yo soy licenciado en Antropología por la UPV y doctor en Derecho por la U. Complutense. Pero se verá que nunca he hecho protesto de ello. Me parece que cuantos más títulos, como dije antes, más probabilidades hay de emporquecer el pensamiento que debe fluir libre de todo prejuicio y de toda preocupación por el qué dirán... En el caso de encontrarme en una situación imposible como la de Gregori Perelman -porque una cosa es la ciencia y otra la labia-, jamás hubiera aceptado ninguna distinción. Me basta sintonizar con alguno o alguna de los que hablamos aquí y en otras webs, a distancia y preferiblemente sin conocimiento personal.
Es muy importante tener en cuenta que ni Cristo ni Sócrates ni Buda fueron Licenciados...
Jaime Richart
Ensayista Licenciado en Antropología por la UPV
Doctor en Derecho por la U.Complutense
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