23 agosto 2006

Academicismo y heterodoxia


A propósito de mi artículo de ayer “Pensar es un placer” y también del rechazo del ruso Gregori Perelman del galardón Fields voy a hacer unas reflexiones.

Desde luego Perelman esconde en tiempos revueltos pero supuestamente democráticos en su país, la formación, ins­truc­ción y educación eminentemente marxista. Ni el culto a la per­sonalidad, ni el acicate de los premios ni el del aplauso ni el de los reconocimientos son estímulos para una persona in­depen­diente que se estime más a sí misma y estime el pen­samiento ajeno a la personalidad, que a las vanidades y exaltaciones constantes que caracterizan al modelo capita­lista.

"Mientras no era conocido tenía la posibilidad de decir co­sas feas [sobre la profesión] o ser tratado como una mas­cota. Al pasar a ser conocido, no puedo ser una mascota y no decir nada. Por eso me he tenido que ir", dijo Perelman. En su opi­nión la mayoría de los matemáticos son confor­mistas: "Son más o menos honrados, pero toleran a los que no son honra­dos".

Mira por dónde y sin haber leído yo esta noticia que un amable comentarista de mi artículo introdujo en él, me en­cuentro en Perelman con el prototipo de persona que no sólo encaja en el de la verdadera inteligencia y honestidad que adoro, sino con la voz acusatoria de todo un tinglado socioe­conómico que lleva camino de destruirse por la so­berbia an­tes que por las guerras y el medioambiente...

Nadie es “alguien” por ser juez, escritor, novelista, filósofo, catedrático, notario o licenciado por cien universidades. Pre­cisamente sabemos, quienes nos desenvolvemos en este tipo de sociedad, que la mayoría de las veces quienes son más distinguidos y celebrados son los que mejor se adaptan –y se han adaptado- al “modelo”; quienes lo ceban al tiempo que el modelo se ceba de él; quienes lo abrochan, lo apunta­lan y no se permiten la más mínima crítica, si no se dedican a alabarlo. Todo ello pese a que la mayoría de las veces con­fundimos ataques a los efectos con los ataques a las causas. Estos son los que no son permitidos. Esto es lo que se vigila desde el Poder y principalmente el mediático.

Lo que dice Perelman es un axioma. “Mientras no era co­no­cido tenía la posibilidad de decir cosas feas [sobre la profe­sión] o ser tratado como una mascota”. En cuanto re­cogiese su premio y su dinero, como en cuanto alguien es­cribe un li­bro y una editorial pone sus condiciones, sus en­trevistas, sus pre­sentaciones del mismo o hace podas al texto que com­prome­ten severamente al sistema capitalista, el galardonado ha sido fagocitado por la “causa” y anulado como opositor a ella.

Pudiéramos decir que Saramago es otra excepción de los que manteniendo un pensamiento crítico radical de izquier­das es respetado por el pensamiento “oficial”, y ahí sigue expo­niéndolo sin problemas por oposición al otro lerdo ofi­cial del neoliberalismo, Vargas Llosa. Pero Saramago es muy mayor para hacer actos de profesión de fe anticapita­lista y está, creo yo, por encima de toda liturgia capitalista. No obstante tam­bién he echado yo de menos en él (aunque no le sigo como para saber todo de él) si ha tenido algún gesto parecido al de Perelman en alguna ocasión.

Sea como fuere los títulos académicos, los galardones, los premios y los diplomas que muchos patanes tienen colga­dos a docenas de sus paredes y despachos no hacen más que acreditar que son fieles siervos del “modelo”; que no hay heterodoxia alguna en sus enfoques y planteamientos y sirve perfectamente a la complacencia general en la que destacan sus más significados aduladores: los periodistas que han reempazado a los clérigos de antaño en los púlpi­tos con su precepto más repulsivo pero que mueve, motiva y da sentido a toda una corporación como la religión movía -y mueve- a los clérigos cuando asumían su deber de predi­car urbi et orbe el evangelio: el funesto “deber de informa­ción”. Y digo funesto porque tan pronto “informan” con pelos y señales, como si­lencian en la línea que interesa a los grandes intereses finan­cieros y políticos de todo tipo que se sitúan en el centro neu­rálgico del poder mediático asociado a aquéllos...

Todo el empeño de los que llevan las riendas de la socie­dad demoliberal es exaltar al individuo aislado mientras el re­sto es despreciado de muchas maneras por “descono­cido”. Eso cuando no es acosado o perseguido como ene­migo del sistema. Aquí se encierra también la persecución a que son sometidos muchos vascos no ricos por serlo, y por no some­terse dócilmente al mismo aparte sus afanes.

Nosotros somos aquí teóricamente todos heterodoxos, to­dos enemigos de una fórmula de sociedad propicia para la injustica y el abuso institucionalizado por más que respon­dan enseguida sus turiferarios que hay instituciones a las que po­demos reclamar...

Yo soy licenciado en Antropología por la UPV y doctor en Derecho por la U. Complutense. Pero se verá que nunca he hecho protesto de ello. Me parece que cuantos más títulos, como dije antes, más probabilidades hay de emporquecer el pensamiento que debe fluir libre de todo prejuicio y de toda preocupación por el qué dirán... En el caso de encontrarme en una situación imposible como la de Gregori Perelman -porque una cosa es la ciencia y otra la labia-, jamás hubiera aceptado ninguna distinción. Me basta sintonizar con alguno o alguna de los que hablamos aquí y en otras webs, a dis­tan­cia y preferiblemente sin conocimiento personal.

Es muy importante tener en cuenta que ni Cristo ni Sócrates ni Buda fueron Licenciados...

Jaime Richart
Ensayista Licenciado en Antropología por la UPV
Doctor en Derecho por la U.Complutense

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