07 marzo 2006

Todo el mundo tiene razón

TODO EL MUNDO TIENE RAZÓN

Los intransigentes en materia de costumbres tienen razón, porque la anomia –ausencia de normas- es el comienzo de la descomposición de la sociedad misma. Pero los liberales y quienes defienden la libertad de costumbres también tie­nen razón, porque sólo a base de tolerancia se hace grata la vida en sociedad.

Los que dicen que la religión es necesaria tienen razón, pues gracias a la religión y a su manto de sugestión muchos no ven la vida tan descarnada. Pero los que desconfían de la religión también tienen razón, porque la religión ha sido siem­pre causa de grandes des­avenencias, abusos y críme­nes.

Los que ven en la libertad del aborto un principio de cri­men tiene razón, porque dejar el alumbramiento al arbitrio de quien ha concebido es una licencia excesiva contra la vida. Pero los que creen que es la mujer quien debe decidir si quiere o no quiere ser madre también la tienen, pues na­die mejor que la mujer sabe que traer al mundo un ser no deseado es fuente de incontables desdichas.

Los que afirman que con la libertad de mercado empiezan las demás libertades del hombre tienen razón, porque la ilu­sión de las libertades formales refuerza la sensa­ción de li­bertad desnuda. Pero los que dicen que es preferi­ble el Es­tado intervencionista también tienen razón, porque sólo un Estado tutelar impide los abusos del mercado y hace posi­ble un reparto de la riqueza más equitativo.

Los que sostienen que la sociedad, las instituciones y la especie merecen mayor protección que el individuo tienen razón, porque las garantías de viabilidad del individuo sólo son posibles a través de la sociedad. Pero los que afirman que el individuo y sus intereses deben pri­mar sobre los de la so­ciedad y los de la especie también tienen razón, porque mi vida, tu vida, son infinitamente más valiosas que cual­quier colectivo.

Los que ven en el hombre a un “lobo” para el hombre tie­nen razón, porque precisamos una vigilancia permanente para no ser devorados por él. Pero los que dicen que es la sociedad la que pervierte al hombre también tienen razón, porque el hombre a solas no es un peligro más que para sí mismo.

Los que defienden la opción de la eutanasia y aun del sui­cidio tienen razón, porque debe considerarse a cada uno dueño de su vida y más cuando padece sufrimientos irre­versibles. Pero los que condenan el suicidio y la eutanasia también la tie­nen, porque sólo una sociedad mortecina y decadente abandona al indi­viduo a su suerte

Los que se oponen al divorcio tienen razón, porque la mera opción del divorcio merma la responsabilidad de la pa­reja en perjuicio de la prole. Pero los que defienden el divo­rcio como institución también tienen razón, porque no es ra­cional forzar al individuo a una relación insoportable.

Los que afirman que es preciso armarse para vivir en paz tienen razón, porque el riesgo de la derrota reduce el de la guerra. Pero los que dicen que para vivir en paz lo mejor es el desarme también tienen razón, porque quien tiene armas acaba por usarlas.

Los que dicen que la cultura y el saber proporcionan la verdadera libertad están en lo cierto, porque con saber y cultura se puede prescindir de casi todo. Pero los que dicen que cuanto más saber más aflicción también tienen razón, porque de todos los seres de la Tierra el buen salvaje y el absoluto ignorante son quienes viven con mayor solaz.

Los conservadores tiene ra­zón, porque ellos saben que es más difícil conservar que conquistar. Pero los progresistas también tiene razón, por­que una sociedad que reconoce los derechos y satisface las necesidades primarias de sus miembros es más justa que la que propicia mucha riqueza en pocas manos.

Los que desconfían de los aduladores tienen razón, por­que los aduladores sirven a varios señores. Pero los que practican la adulación también hacen bien, porque gracias a ellos muchos hombres se mantienen erguidos y muchas mujeres han podido dormir esa noche...

Los que dicen que sólo en un orden establecido es posible la sociedad tienen razón, porque lo prueba el mundo civili­zado en que vivimos. Pero los que dicen que es preferible la anarquía también tienen razón, porque donde todo el mundo es responsable de sus actos, no está sólo atento a su interés y mira por los otros, sobran los dirigentes.

Los que dicen odiar la hipocresía tienen razón, porque nada hay más repulsivo y enfermizo en la relación humana. Pero los que encubren lo que piensan también hacen bien, porque si dijeran “su” verdad, correrían ríos de veneno.

Los amantes del progreso tienen razón, porque trasla­darse a mil millas en una hora es fasci­nante. Pero los que sueñan el estado natural también la tie­nen, porque la vida sin artificios es más apacible.

Los partidarios del amor libre tienen razón, porque nada hay más atractivo que librar al amor de trabas. Pero los par­tidarios del amor comprometido también tienen ra­zón, por­que el amor más elevado , como el buen vino, sólo se consigue después de envejecido muchos años...

Todo el mundo tienen razón. Pero medio mundo se la niega al otro medio... quizá sólo para dar sentido a la pala­bra libertad.
Julio 1990

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