BREVE ESTUDIO DE LA SENSIBILIDAD
DEFINICION DEL DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA.- Sensibilidad.
Del lat. sensibilitas, -atis.
2. [f.]Propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura.
Los conceptos o ideas son imágenes o representaciones de las cosas en la mente. La mayoría de los conceptos abstractos parecen agotar su definición en sí mismos, cuando lo cierto es que el mero enunciado precisa ya de una interpretación o explicación que de por sí es compleja. Los adjetivos, los claroscuros y los matices les pertenecen; con ellos se fabricó la idea. Luego hay que desmenuzarla. Pero, aunque conservan el núcleo, con el paso del tiempo se va asociando a ella un determinado significado, siempre aproximado, ambiguo e impreciso, quizá equívoco... según la circunstancia, el momento, el tipo de cultura y la sensibilidad de cada cual. Este es el caso de la idea “sensibilidad”. La entiendo como sigue:
"Sensibilidad" se refiere a muchas cosas, y por eso mismo es casi inasible. De la definición del diccionario, de ese dejarse llevar, se desprende que se trata de una "debilidad" del ser humano. En la sociedad, además de esa propensión a la compasión, humanidad y ternura, más bien tiene que ver con actitudes de cautela en el trato interpersonal. De que la cautela se dirija en una dirección o en otra depende que exista verdadera sensibilidad o su apariencia. Pues puede pasar por ella envuelta en refinamiento a secas, lo que justamente es su contrario. Detrás de la destreza para fingir sensibilidad donde no hay ninguna suelen estar los grandes defraudadores, los grandes criminales y los canallas...
Si hay algo en las relaciones humanas que por más que uno se empeñe no puede aprender, ni en el mejor manual de educación ni de la vida, es precisamente la sensibilidad. Una determinada educación puede contribuir al desarrollo de la delicadeza, de la elegancia, de la sutileza, de la exquisitez, de la gracia, del escrúpulo, del miramiento, de la circunspección... pero si se carece natural o genéticamente de sensibilidad, ya que estamos ante una propensión natural, y no se ha cultivado de una manera significativa, todo quedará reducido a mero instrumento destinado a disimular mejor su falta. Pero la sensibilidad tiene que ver no tanto con esa serie de cualidades aprendidas y cultivadas, ni con el tono modulado de voz con el que a menudo se conforman los que a sí mismos se tienen por muy bien educados, como con el sentido de lo oportuno y con el tacto: una escondida y permanente tensión para no menospreciar la inteligencia ajena sin renunciar a la nuestra, y una suerte de continencia para evitar que, acentuada y subrayada, la sensibilidad se convierta en sensiblería o petulancia.
La sensibilidad está más en lo que callamos que en lo que decimos, en el mohín más que en la rotundidad, en la naturalidad más que en la erudición... En definitiva, ella trata de refrenar nuestra instintiva tendencia a abusar de modos muy diversos de la generosidad de los demás. Como mejor se expresa la sensibilidad es en el trato sosegado, aunque es en situaciones críticas cuando adquiere su auténtico valor. Forma parte de la sensibilidad no hablar de la nuestra, pues son los demás, en función de la suya, quienes han de distinguirla, valorarla o desdeñarla. Incompatible, por último, con la precipitación, el vértigo, el nulo valor dado al pudor y con el espíritu compulsivamente utilitario que dominan esta época, es una cualidad humana, en fin, que, por estar llamada a convertirse en un punto vulnerable de nuestra personalidad, en grave debilidad habiendo sido virtud, está desaconsejada en la educación de nuestro tiempo para habitar en esta terrible jungla civilizada.
23 Agosto 2001
07 marzo 2006
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