Pero no puedo evitar mis dudas. Fijaos bien, dudas, de que la mujer se haya desarrollado en “una estructura que desde hace siglos la ha esclavizado, la ha ridiculizado, la ha minusvalorado y la ha demonizado”. No es por llevar a nadie la contraria, pues se diría que la contraria me la llevan a mí los vendavales de opinión en este asunto...
Me parece demasiado recurrente y fluida la intención general y también tópico en España de que la mujer ha de estar fuera del hogar para “realizarse”. Es demasiado recurrente como para no ser analizado el asunto con mayor rigor. Ni afirmo ni niego. Es una ley, el escepticismo positivo, de mi estructura mental.
Veamos. Simplemente me cuestiono si la mujer, la hembra que pare, que educa, que tuvo siempre tan cerca a la prole de la que en general el macho se desentendía, no fue, no ha sido más veloz hasta llegar aquí porque no pudo o porque no quiso. Cazar, hacer la guerra, esforzarse y enfrentarse a los trámites que exige siempre la vida material y la manutención en las sociedades que no se limitaron a sobrevivir, era propiamente cosa del macho como propia de la hembra, de su delicadeza, de su mimo y de los latires de su corazón era la misión protectora de la fragilidad del vástago. Creo; más, estoy seguro de que si la hembra hubiera preferido dirigir el mundo lo hubiera conseguido en décadas, no en milenios. A mí, me parece mucho más importante influir que gobernar. Entre otras ventajas, los riesgos de errar son mucho menores. Y eso es lo que ha hecho la mujer cuando no era una esclava no del macho sino de la sociedad, como esclavo era todo aquel ser humano que a su vez no los tenía...
Pero todo tiende al cambio. Y en estos tiempos, cuando por ejemplo en Europa nadie habla en la clave de indignación empleada aquí por esa historia del visto como esclavismo femenino; cuando en los marxismos evolucionados ya está superado ese complejo, en España siguen erre que erre los movimientos de mujeres resentidas dominando el lenguaje que atenaza esa cuestión: que “el macho ha esclavizado, ridiculizado, minusvalorado y demonizado a la mujer” ¿No creéis que eso, de todos modos depende también en buena medida de la educación y de la cultura familiar y personal? ¿Creéis que una mujer –no hablo de la que trabajaba para sacar adelante a sus hijos porque fue abandonada, sino la mujer que tocando el piano, leyendo, escribiendo, paseando... era sólo objeto de deseo y no de respeto y de amor por parte del macho? ¿Creéis que hoy la mayoría de las mujeres que trabajan “fuera de casa” se “realizan” personalmente en una Caja registradora, en un teclado de ordenador, vendiendo, seduciendo o quizá engañando para vender productos que no son siquiera solicitados, importunando casas para ofrecer atosigantemente productos y servicios por encargo de sus jefes? ¿Creéis que son más felices y hacen más felices a quienes les rodean: a sus hijos, a su pareja, que cuando, si podían permitírselo, como las madres de clase media de antaño, se dedicaban a recoger los frutos del huerto y a contaros cuentos mientras vuestros padres trabajaban de lunes a viernes? ¡No!
Todo es un mito. En Europa, en Holanda, en Bélgica, en Suecia, incluso ya en Italia las mujeres están retornando al “hogar” y se realizan personalmente en el hogar. La cuestión de la liberación femenina llegado a este punto no está en trabajar inexcusablemente fuera de casa, sino en saber cultivarse y en que el Estado considere los trabajos del hogar como los más excelsos de la sociedad y los retribuya generosamente... Es el modelo neoliberal el que impide que esta propuesta avance y se instale en el ánimo de todos, de hombres y mujeres...
España es una jaula de grillos y la unidad vital humana –no la llamemos familia porque en efecto la composición de todo cambia- no es que evolucione, es que se descompone sin ton ni son, sin orden ni concierto; se está desestructurando, disolviendo a pasos agigantados. Y además, en perjuicio de las siguientes generaciones. Como en otras muchas cuestiones educacionales, medioambientales, etc. En todo. Y todo por esa moda, por esa manía de creer que se “crece” mejor como persona trabajando para terceros -en la mayoría de los casos- y dependiendo de jefes o empresarios que no valoran el trabajo sino por el arqueo contable al final del día. Y eso, cuando no le basta y busca las oportunidades sexuales que pueda brindarle la trabajadora de turno.
De todos modos no quiero estropear la idea de nadie sobre esta cuestión. La edad no debe prevalecer, ni tampoco es un argumento. Afortunadamente desapareció de la teología al uso el de “autoridad”. Ni en un sentido ni en otro. Pero es inevitable la óptica de las cosas según la trayectoria, la experiencia y la ciencia... Por consiguiente, no me empeño en tener razón.
No os dejéis impresionar por tanta memez en tal sentido. Si la mujer hubiera querido, salvo en las clases desfavorecidas que siempre trabajaron penosamente, se hubiera alzado sobre el varón y su hegemonía hubiera sido total y radical. Es indudable que a mí me hubiera gustado, pues tengo mucha mejor impresión y confianza -a pesar de sus proverbiales veleidades- en una mujer que en un hombre, generalmente siempre manejado desde lejos, como un títere, por... una mujer. He vivido lo suficiente en distintos ambientes laborales, profesionales y sociales como para poder acreditarlo.
No se trata, pues de defender el “marujeo” o de que la mujer que lo desee no pueda aspirar a trabajar fuera del hogar. Estaría yo loco. Se trata de que la que elija como empresa su hogar, sea tan respetada como la que más o si se me apura aún más. Por respeto a su elección y por el bien de la familia cuando ha contribuido a crearla.
Y repito, cuando en Europa –no en Francia donde esto está zanjado desde la Revolución, como en Rusia desde la suya- están dando marcha atrás, en España, siempre con el paso cambiado, las mujeres de rompe y rasga no dejan títere con cabeza, en lugar de cultivarse –las que podrían-, en lugar de criar amorosamente a los hijos por lo menos hasta que se basten a sí mismos. Y no sólo no se calman sino que no dejan que las que optan por ello se organicen dignamente así. Todo el día estresadas, todo el día ansiosas, muchas amargadas y hastiadas... ¿Qué opinan vuestras madres? ¿Qué opinan vuestros padres?
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