29 mayo 2006

Enfermedades mentales en Europa

El artículo Importancia y coste de las enfermedades men­tales publicado en El País, del que es autor Celso Arango, miembro del Comité Ejecutivo del Colegio Europeo de Neu­ropsicofarmacología y psiquiatra del Hospital Gene­ral Univer­sitario Gregorio Marañón -al final, médico- me viene como anillo al dedo para reforzar mi teoría sobre los efectos perni­ciosos de la economía capitalista también sobre los médi­cos.

El conte­nido del artículo pone a cualquiera los pelos de punta por dos razones: por las cifras pavorosas de los enfer­mos mentales en Europa -y por supuesto en España-, pero también por esa atención que los médicos prestan más a la conta­bi­lidad economicista que a la salud propiamente dicha, y más a la patología del re­baño traducida siempre a núme­ros que al enfermo individualmente considerado.Cursiva

Dice Arango en su artículo que "la revista European Neu­ropsychopharmacology publica un estudio que debería hacernos reflexionar sobre la magnitud de un problema de dimensiones no siempre bien evaluadas. En el análisis se muestra que, con edades entre 18 y 65 años, un 27% de los adultos (82,7 millones de personas, y, aunque no se diga en el estudio, sus familias) han padecido una enfermedad mental en los últimos doce meses. Cuando se evalúa el riesgo a lo largo de la vida, la cifra asciende a un 51%. O lo que es lo mismo: es más probable que cada uno de noso­tros tenga una enfermedad mental a lo largo de su vida que no la tenga" (...) "Los costes directos e indirectos de estas enfermedades, su­ponen 290 billones de euros, lo que equi­vale a un 4% del PIB de la Unión Europea".

Es terrible el costo... Pero el dinero y los costos son con­venciones sociales, mientras que las en­ferme­dades y los sufrimientos son dra­máticamente reales. ¡Cómo vamos a comparar, sin haber perdido el juicio, los efectos de las en­fermedades mentales sobre la ficción eco­nomicista que su­ponen los costos, con los efectos que tie­nen sobre la so­cie­dad humana y al final sobre la realidad misma! Si estas so­ciedades, estos “modelos”, no consiguen hacerse felices a sí mismos ni a los ciudadanos; si la infelicidad, medida en la pé­sima salud men­tal generalizada, está adquiriendo propor­ciones alar­mantes en Europa y en España, ¿qué estamos haciendo? ¿qué estamos discu­tiendo? ¿qué clase de mo­delo político y social es éste que tanto alaban sus adulado­res y proponen los teóricos y expertos en sociopolítica su­puesta­mente sanos mental­mente?

Las tres cuartas partes de Importancia y coste de las en­fermedades mentales están dedicadas a las repercusiones económicas que tienen las enfermedades mentales. Como si la catástrofe consistiera en eso, en lo que cues­tan. Y esto lo dice un médico... Médico, sí, pero ni una sola alusión a la etiología de esas enfermedades, a las posibles causas y a los posibles remedios. Ni un solo comentario so­bre el im­pacto en la sociedad en su conjunto; ni si existe un cres­cendo o espe­ranzas de mejoría, u otras reflexiones en torno al patetismo de una sociedad virtual­mente enferma. Todo lo reduce el mé­dico autor del artículo a cifras, a pérdidas y a parámetros economicistas.

Sí, sí, ya sé que no es cosa "necesariamente" suya hacer otros análisis más allá de las cifras que reproduce; que otras especialidades pueden hacer extrapolaciones con estos da­tos; que él se limita a servirlos en bandeja para que quien lo desee -como yo ahora- e incluso otros colegas suyos re­flexionemos y escribamos sobre ello. Pero aparte de que para ese viaje no hacían falta alforjas y hubiera sido preferi­ble re­pro­ducir en el periódico el estudio recogido en la re­vista, lo lamentable es que todo lo centre el autor del artí­culo en la "preocu­pación que nos ocasiona el gasto". Ni si­quiera es­cribe como Administrador del Hospital Marañón que no es, sino como médico, pues así es cómo se identi­fica al final del artí­culo.

La manía por los números, las democracias demoliberales y el neocapitalismo lo corrompen todo. Hasta las Policías como institución valo­ran su eficacia más por el número de detenidos que por la ausencia de detenciones que debiera ser signo de salud so­cial en la calle. ¡Menudo sistema éste en el que vivimos ro­dea­dos por profesionales de todo tipo que lo único que saben hacer bien es contar!

Si prestamos atención a las cifras que publica la revista en cuestión aportadas por este médico, pode­mos lle­gar a las siguientes conclusiones:

1, que si la mitad de la población europea está enferma o ha estado enferma de la cabeza con el riesgo de recidivar, es porque Occidente y su marco psicosocial no funcionan.

2, que ambos datos son indicadores de que vivimos en un modelo sociopolítico patológico, caldo de cultivo de la en­fer­medad mental.

3, que la otra mitad de la población no enferma y que no ha estado nunca enferma mental­mente; que se supone es la que dirige no tanto la política -a éstos se les ve venir- como la economía, las profesiones, los mercados, los Bancos y todo lo que forma parte de las articulaciones de la sociedad capi­talista, son precisamente los que se aprovechan y abu­san de la mitad enferma y quienes indu­cen el estado mental de esa parte de la sociedad que está o es­tuvo enferma de la ca­beza, del es­píritu o de los nervios...

Decía antes que todo ocurre porque el sistema no fun­ciona. Recti­fico y parafraseo a Herbert Marcuse: las en­fer­medes men­tales no se dan en esa proporción porque no funcione el sis­tema, sino porque con ellas y gracias a ellas funciona el sis­tema.












No hay comentarios: