El artículo Importancia y coste de las enfermedades mentales publicado en El País, del que es autor Celso Arango, miembro del Comité Ejecutivo del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología y psiquiatra del Hospital General Universitario Gregorio Marañón -al final, médico- me viene como anillo al dedo para reforzar mi teoría sobre los efectos perniciosos de la economía capitalista también sobre los médicos.
El contenido del artículo pone a cualquiera los pelos de punta por dos razones: por las cifras pavorosas de los enfermos mentales en Europa -y por supuesto en España-, pero también por esa atención que los médicos prestan más a la contabilidad economicista que a la salud propiamente dicha, y más a la patología del rebaño traducida siempre a números que al enfermo individualmente considerado.
Dice Arango en su artículo que "la revista European Neuropsychopharmacology publica un estudio que debería hacernos reflexionar sobre la magnitud de un problema de dimensiones no siempre bien evaluadas. En el análisis se muestra que, con edades entre 18 y 65 años, un 27% de los adultos (82,7 millones de personas, y, aunque no se diga en el estudio, sus familias) han padecido una enfermedad mental en los últimos doce meses. Cuando se evalúa el riesgo a lo largo de la vida, la cifra asciende a un 51%. O lo que es lo mismo: es más probable que cada uno de nosotros tenga una enfermedad mental a lo largo de su vida que no la tenga" (...) "Los costes directos e indirectos de estas enfermedades, suponen 290 billones de euros, lo que equivale a un 4% del PIB de la Unión Europea".
Es terrible el costo... Pero el dinero y los costos son convenciones sociales, mientras que las enfermedades y los sufrimientos son dramáticamente reales. ¡Cómo vamos a comparar, sin haber perdido el juicio, los efectos de las enfermedades mentales sobre la ficción economicista que suponen los costos, con los efectos que tienen sobre la sociedad humana y al final sobre la realidad misma! Si estas sociedades, estos “modelos”, no consiguen hacerse felices a sí mismos ni a los ciudadanos; si la infelicidad, medida en la pésima salud mental generalizada, está adquiriendo proporciones alarmantes en Europa y en España, ¿qué estamos haciendo? ¿qué estamos discutiendo? ¿qué clase de modelo político y social es éste que tanto alaban sus aduladores y proponen los teóricos y expertos en sociopolítica supuestamente sanos mentalmente?
Las tres cuartas partes de Importancia y coste de las enfermedades mentales están dedicadas a las repercusiones económicas que tienen las enfermedades mentales. Como si la catástrofe consistiera en eso, en lo que cuestan. Y esto lo dice un médico... Médico, sí, pero ni una sola alusión a la etiología de esas enfermedades, a las posibles causas y a los posibles remedios. Ni un solo comentario sobre el impacto en la sociedad en su conjunto; ni si existe un crescendo o esperanzas de mejoría, u otras reflexiones en torno al patetismo de una sociedad virtualmente enferma. Todo lo reduce el médico autor del artículo a cifras, a pérdidas y a parámetros economicistas.
Sí, sí, ya sé que no es cosa "necesariamente" suya hacer otros análisis más allá de las cifras que reproduce; que otras especialidades pueden hacer extrapolaciones con estos datos; que él se limita a servirlos en bandeja para que quien lo desee -como yo ahora- e incluso otros colegas suyos reflexionemos y escribamos sobre ello. Pero aparte de que para ese viaje no hacían falta alforjas y hubiera sido preferible reproducir en el periódico el estudio recogido en la revista, lo lamentable es que todo lo centre el autor del artículo en la "preocupación que nos ocasiona el gasto". Ni siquiera escribe como Administrador del Hospital Marañón que no es, sino como médico, pues así es cómo se identifica al final del artículo.
La manía por los números, las democracias demoliberales y el neocapitalismo lo corrompen todo. Hasta las Policías como institución valoran su eficacia más por el número de detenidos que por la ausencia de detenciones que debiera ser signo de salud social en la calle. ¡Menudo sistema éste en el que vivimos rodeados por profesionales de todo tipo que lo único que saben hacer bien es contar!
Si prestamos atención a las cifras que publica la revista en cuestión aportadas por este médico, podemos llegar a las siguientes conclusiones:
1, que si la mitad de la población europea está enferma o ha estado enferma de la cabeza con el riesgo de recidivar, es porque Occidente y su marco psicosocial no funcionan.
2, que ambos datos son indicadores de que vivimos en un modelo sociopolítico patológico, caldo de cultivo de la enfermedad mental.
3, que la otra mitad de la población no enferma y que no ha estado nunca enferma mentalmente; que se supone es la que dirige no tanto la política -a éstos se les ve venir- como la economía, las profesiones, los mercados, los Bancos y todo lo que forma parte de las articulaciones de la sociedad capitalista, son precisamente los que se aprovechan y abusan de la mitad enferma y quienes inducen el estado mental de esa parte de la sociedad que está o estuvo enferma de la cabeza, del espíritu o de los nervios...
Decía antes que todo ocurre porque el sistema no funciona. Rectifico y parafraseo a Herbert Marcuse: las enfermedes mentales no se dan en esa proporción porque no funcione el sistema, sino porque con ellas y gracias a ellas funciona el sistema.
El contenido del artículo pone a cualquiera los pelos de punta por dos razones: por las cifras pavorosas de los enfermos mentales en Europa -y por supuesto en España-, pero también por esa atención que los médicos prestan más a la contabilidad economicista que a la salud propiamente dicha, y más a la patología del rebaño traducida siempre a números que al enfermo individualmente considerado.
Dice Arango en su artículo que "la revista European Neuropsychopharmacology publica un estudio que debería hacernos reflexionar sobre la magnitud de un problema de dimensiones no siempre bien evaluadas. En el análisis se muestra que, con edades entre 18 y 65 años, un 27% de los adultos (82,7 millones de personas, y, aunque no se diga en el estudio, sus familias) han padecido una enfermedad mental en los últimos doce meses. Cuando se evalúa el riesgo a lo largo de la vida, la cifra asciende a un 51%. O lo que es lo mismo: es más probable que cada uno de nosotros tenga una enfermedad mental a lo largo de su vida que no la tenga" (...) "Los costes directos e indirectos de estas enfermedades, suponen 290 billones de euros, lo que equivale a un 4% del PIB de la Unión Europea".
Es terrible el costo... Pero el dinero y los costos son convenciones sociales, mientras que las enfermedades y los sufrimientos son dramáticamente reales. ¡Cómo vamos a comparar, sin haber perdido el juicio, los efectos de las enfermedades mentales sobre la ficción economicista que suponen los costos, con los efectos que tienen sobre la sociedad humana y al final sobre la realidad misma! Si estas sociedades, estos “modelos”, no consiguen hacerse felices a sí mismos ni a los ciudadanos; si la infelicidad, medida en la pésima salud mental generalizada, está adquiriendo proporciones alarmantes en Europa y en España, ¿qué estamos haciendo? ¿qué estamos discutiendo? ¿qué clase de modelo político y social es éste que tanto alaban sus aduladores y proponen los teóricos y expertos en sociopolítica supuestamente sanos mentalmente?
Las tres cuartas partes de Importancia y coste de las enfermedades mentales están dedicadas a las repercusiones económicas que tienen las enfermedades mentales. Como si la catástrofe consistiera en eso, en lo que cuestan. Y esto lo dice un médico... Médico, sí, pero ni una sola alusión a la etiología de esas enfermedades, a las posibles causas y a los posibles remedios. Ni un solo comentario sobre el impacto en la sociedad en su conjunto; ni si existe un crescendo o esperanzas de mejoría, u otras reflexiones en torno al patetismo de una sociedad virtualmente enferma. Todo lo reduce el médico autor del artículo a cifras, a pérdidas y a parámetros economicistas.
Sí, sí, ya sé que no es cosa "necesariamente" suya hacer otros análisis más allá de las cifras que reproduce; que otras especialidades pueden hacer extrapolaciones con estos datos; que él se limita a servirlos en bandeja para que quien lo desee -como yo ahora- e incluso otros colegas suyos reflexionemos y escribamos sobre ello. Pero aparte de que para ese viaje no hacían falta alforjas y hubiera sido preferible reproducir en el periódico el estudio recogido en la revista, lo lamentable es que todo lo centre el autor del artículo en la "preocupación que nos ocasiona el gasto". Ni siquiera escribe como Administrador del Hospital Marañón que no es, sino como médico, pues así es cómo se identifica al final del artículo.
La manía por los números, las democracias demoliberales y el neocapitalismo lo corrompen todo. Hasta las Policías como institución valoran su eficacia más por el número de detenidos que por la ausencia de detenciones que debiera ser signo de salud social en la calle. ¡Menudo sistema éste en el que vivimos rodeados por profesionales de todo tipo que lo único que saben hacer bien es contar!
Si prestamos atención a las cifras que publica la revista en cuestión aportadas por este médico, podemos llegar a las siguientes conclusiones:
1, que si la mitad de la población europea está enferma o ha estado enferma de la cabeza con el riesgo de recidivar, es porque Occidente y su marco psicosocial no funcionan.
2, que ambos datos son indicadores de que vivimos en un modelo sociopolítico patológico, caldo de cultivo de la enfermedad mental.
3, que la otra mitad de la población no enferma y que no ha estado nunca enferma mentalmente; que se supone es la que dirige no tanto la política -a éstos se les ve venir- como la economía, las profesiones, los mercados, los Bancos y todo lo que forma parte de las articulaciones de la sociedad capitalista, son precisamente los que se aprovechan y abusan de la mitad enferma y quienes inducen el estado mental de esa parte de la sociedad que está o estuvo enferma de la cabeza, del espíritu o de los nervios...
Decía antes que todo ocurre porque el sistema no funciona. Rectifico y parafraseo a Herbert Marcuse: las enfermedes mentales no se dan en esa proporción porque no funcione el sistema, sino porque con ellas y gracias a ellas funciona el sistema.
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