¡En qué mala hora se inventó el coche!, un trasto además incentivado constantemente con más y más servicios -prestaciones los llaman- para que nos sintamos como en una habitación de nuestra casa en movimiento...
Si desde el principio se hubiera concebido el invento exclusivamente para el transporte público, el CO² no nos estaría ahora aniquilando y corroyendo las entrañas, y el planeta no estaría dando las últimas boqueadas con este patético avance del desierto, que terminará calcinando la Tierra y la vida sobre ella en poco tiempo.
No era tan difícil prever un final polucionado al límite como el que se ve en el horizonte ya cercano. La biosfera es una estancia finita con capacidad finita para absorber calor finito, mientras no tiene capacidad infinita para refrigerarse. Y el coche está fabricado para ocupar infinitamente la Tierra. Este devastador instrumento ha sido creado como artículo de uso personal; como el cepillo de dientes. ¿Vale la pena haber experimentado la movilidad individual y la velocidad, habiendo podido limitarnos a vivirlas colectivamente por razones prácticas y en los tinglados de feria y el avión como recreo?
El ser humano, en relación a los demás seres vivientes se ve a sí mismo como ser genial que está por encima de todo lo creado. Pero está probado: su trayectoria general en todos los aspectos, incluído éste de su pésimo cálculo sobre los efectos del CO², le acredita como un miserable, un egoísta pueril, un vanidoso, un soberbio; un ser, en fin, incapaz de renunciar al oro que lleva encima cuyo peso va viendo que le hunde en el pantano, pero prefiere ser engullido por la ciénaga antes que desprenderse de él.
Si desde el principio se hubiera concebido el invento exclusivamente para el transporte público, el CO² no nos estaría ahora aniquilando y corroyendo las entrañas, y el planeta no estaría dando las últimas boqueadas con este patético avance del desierto, que terminará calcinando la Tierra y la vida sobre ella en poco tiempo.
No era tan difícil prever un final polucionado al límite como el que se ve en el horizonte ya cercano. La biosfera es una estancia finita con capacidad finita para absorber calor finito, mientras no tiene capacidad infinita para refrigerarse. Y el coche está fabricado para ocupar infinitamente la Tierra. Este devastador instrumento ha sido creado como artículo de uso personal; como el cepillo de dientes. ¿Vale la pena haber experimentado la movilidad individual y la velocidad, habiendo podido limitarnos a vivirlas colectivamente por razones prácticas y en los tinglados de feria y el avión como recreo?
El ser humano, en relación a los demás seres vivientes se ve a sí mismo como ser genial que está por encima de todo lo creado. Pero está probado: su trayectoria general en todos los aspectos, incluído éste de su pésimo cálculo sobre los efectos del CO², le acredita como un miserable, un egoísta pueril, un vanidoso, un soberbio; un ser, en fin, incapaz de renunciar al oro que lleva encima cuyo peso va viendo que le hunde en el pantano, pero prefiere ser engullido por la ciénaga antes que desprenderse de él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario