15 octubre 2006

Análisis de "México, el aprendizaje de la democracia"

Artículo de Joaquín Vidal-Beneyto

Ante todo dígase que Vidal Beneyto es un portento aca­dé­mico. Por eso vale la pena analizar su examen:

-Filosofía, Sociología, Ciencia Política y Derecho en las Universidad de Valencia y Madrid
-Ampliación de Estudios en las Universidades de Paris-Sorbonne y Hei­delberg
-Doctor en Derecho por la Universidad de Málaga

Pero hoy, a mi juicio no tan dotado de méritos como el suyo, mi admirado Vidal-Beneyto hace un análisis muy fino sobre la democracia actual y a propósito de lo que está su­cediendo en México que a mi entender patina lo suficiente como para pre­ocuparme por sus juicios de valor aplicados a la po­lítica y con­cretamente a la democracia con mayúscu­las. Dice en el citado artículo publicado ayer en El País:

1º La Comisión Trilateral, creada por iniciativa de Rockefe­ller, encarga en 1974 a tres académicos consagrados: Cro­zier, Huntington y Watanuki un estudio de las disfunciones. En su Informe sobre la gobernabilidad de las democracias (1975) nos proponen lo que viene funcionando de hecho por lo menos desde entonces: disminuir la participación ciuda­dana, quintae­sencia de la democracia, y sustituirla por una conducción tec­nificada de la economía de la sociedad, pues sólo la goberna­ción de los expertos puede dar respuesta a las crecientes ex­pectativas y a la extraordinaria complejidad del entramado pro­pio de nuestra contemporaneidad. Esta propuesta es contes­tada 15 años más tarde por quienes de­fienden la concepción participativa de la democracia y para quienes un sistema polí­tico sin ciudadanos es en el mejor de los casos autoritarismo.

2º El neopatrionalismo de Einsenstadt insiste en la perpe­tua­ción de los gobernantes que supone negarse a dar en­trada y a reconocer la legitimidad de la oposición.

3º Por último, relaciona V. Beneyto lo anterior con México y el "disentiente" Enrique Kreuze. Habla del aprendizaje de las li­bertades y de la ciudadanía que son “la mejor garantía de la paz y de la igualdad social en el que la contribución de la dere­cha civilizada es fundamental pues es el único puente transita­ble hacia la clase dominante”.

Pero entonces yo me pregunto ¿en qué quedamos? Si los tres académicos consagrados han hecho una propuesta que sobre el terreno es tan afortunada que se corresponde con lo que está ocurriendo en realidad; es decir, que la partici­pación ciudadana es cada vez menos decisiva en los países en que en otro tiempo hipotéticamente lo fue y es lo desea­ble, sus­ti­tuida por la conducción tecnificada de la economía, pues sólo la gober­na­ción de los expertos puede dar res­puesta a las cre­cientes ex­pectativas y a la extraordinaria complejidad del en­tramado pro­pio de nuestra contempora­neidad, ¿qué clase de demo­cracia ha de aprender México y qué clase de aprendizaje vale la pena si la madurez en de­mocracia de los países occi­dentales signi­fica haber caído de lleno en la con­ducción tecnifi­cada de la economía? De modo ¿podemos admitir que sea preciso aprendi­zaje al­guno, y que por lo di­cho a continuación la demo­cracia es para las libertades y la ciudadanía la mejor ga­rantía de la paz y de la igualdad so­cial? ¿Qué clase de demo­cracia pro­pone Vidal Beneyto a México?

Porque lo exhumado por él no son ya propuestas, ni re­sulta­dos del estudio de esos tres académicos. Son ya reali­dades por lo siguiente:

1 El ciudadano y su participación irrelevante han sido sus­ti­tuidos por la gobernación de los "expertos" fundamental­mente económicos, mediáticos y publicitarios. Esto es un autorita­rismo compartido que da la absoluta razón a Marx cuando afirma que la política es una mera superestructura cambiante de lo económico.

2 Perpetuación de los gobernantes. Efectivamente todo in­dica que se va camino del partido único, tan denostado, del fi­locomunismo. pero sea un partido de mejor voluntad y ta­lante, sea otro a cara de perro, ambos coinciden en el fondo en todo: en participar en el circo democrático, en asumir las mismas re­glas del mercado, en aceptar la autori­dad uni­ver­sal del más fuerte, en seguir la senda marcada por el im­pe­rio y mantener las mismas pautas para la depre­dación de los países más ricos en recursos pero social­mente los más po­bres con la complici­dad de dirigentes com­prados.

3 De manera que hablar de aprendizaje de la democracia, que parece, según Vidal-Beneyto, es lo que necesita México, para llegar a esto, no es más que un sarcasmo. Pues esa de­mocracia resultado del estudio de los tres aca­démicos es ya una realidad como un templo que su­pone:

a) lo que, escudada en esas libertades, la democra­cia aporta al mundo es violencia, dominación de unos pue­blos a manos de otros sin autoridad moral, despliegue del poder re­presivo emboscado en justifi­caciones inventadas o prefa­brica­das, como el terrorismo que o no existe o es di­nami­zado por el propio poder represivo para justificarse; la­dinas maniobras preparatorias para nuevos controles so­ciales, prostitución de la democracia en sí. El resto de los países orientales, si no son hostigados por los codiciosos occiden­tales, no tienen esos problemas.
b) el citado desplazamiento de la figura del ciudadano por la de los "expertos" que en el fondo sólo lo son para amarrar el sistema. ¡Qué más da como lo llamen si la falta de liber­tad la palpamos en infinidad de situaciones quienes nos en­frentamos al po­der aunque no empleemos las violen­cia ma­terial ni vaya­mos a las barricadas!
c) la impresión de que todo lo escrito, propuesto y anali­zado por los expertos no hace más que perpetuar no ya a los gober­nantes, sino a las clases dominantes en las que en general no hay apenas movili­dad en sentido sociológico, pues son siem­pre aproxima­damente los mis­mos, las mis­mas familias y los mismos opulentos quienes gobiernan, di­recta o indirectamente en cada socie­dad occi­dental.

En fin que veo por primera vez en Vidal Beneyto a un co­labo­racionista ilustrado más del sistema. Ni siquiera res­ponde él a tanta treta para la perpetuación de éste que in­dudablemente está cada vez más orientado orientado al de­bili­tamiento de la individualidad, por más que el sistema, los “demócratas de toda la vida”, el vaticanismo y la democracia parlamentaria es­tadounidense finjan preocuparse más del individuo aislado que de la so­ciedad... A menos que todos ellos, incluido V. Beneyto, estén pensando en el individuo pertene­ciente a las castas eternamente ricas, dominantes y gober­nantes por dis­tintos me­dios, desde distintas posicio­nes so­ciales y con diferentes ca­retas. Porque entonces sí tendrían to­dos razón...

Francamente no entiendo nada en esta ocasión a Vidal Be­neyto más allá del desmenuzamiento que hace sobre el estado de cosas actual, sobre el destape de la visión de los académi­cos consagrados expuesta, y sobre la tesis del aprendizaje de las libertades y la necesidad de la derecha civilizada. Y lo siento. Lo siento porque he visto en Vidal Beneyto muchas ve­ces un bastión precisamente para con­tribuir al cambio hacia posiciones que se salen fuera del marco que sujetan todos los demás entre los que no adivi­naba, ingenuo yo, estuviera tam­bién él.

Lo dicho. Este mundo avanza inexorablemente por el em­puje de mutantes cuyo número se ve engrosado cada día por más muertos vivientes que de los que se nutren las de­mocracias occidentales. No desearía que Vidal Beneyto fuera uno de ellos, pero a juzgar por este significativo artí­culo me temo que también ha caido en el garlito...

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