28 diciembre 2006

Burger, Bush y la ministra de Sanidad

Burger King -y otras treinta y tantas cadenas alimentarias- había firmado un convenio con Sanidad que no permitía promocionar raciones gigantes en previsión de la obesidad en adolescentes. Bueno, pues después de firmado, Burger King lanzó una intensa campaña publicitaria de su macro­hamburguesa XXL, un producto que aporta 971 calorías, y, además, con el lema “Come como un hombre”. Sanidad ha decidido anular el convenio y las otras cadenas se sienten perjudicadas por la anulación.

Hasta aquí los hechos. No creo necesaria más valoración que la del insultante incumplimiento de una empresa esta­dounidense ante una institución gubernamental. Es claro que en la transguesión, bloqueados para la publicidad abu­siva por el mismo convenio los otros treinta y tantos firman­tes, vio Bur­ger un efecto añadido en el impacto publicitario...

Bueno, pues aunque parezca exagerado, esto es un re­flejo más de los incumplimientos permanentes de las Reso­lucio­nes de la ONU por parte de la administración ameri­cana y de tantas otras cosas... La alta po­lítica es para los grandilo­cuentes. Pero efectivamente, la política doméstica y a ras de suelo es la que más nos inter­esa a los ciudadanos co­rrientes, como no se cansan de re­cordarnos, cuando les conviene, los polí­ticos. Por eso esta burla "ame­ricana" va mucho más allá del puro incumpli­miento del transguesor vulgar.

Burger King se ha burlado de los que firmaron en consor­cio. Pero sobre todo se ha burlado del ministerio de Sanidad y de su ministra.

No acaban de aprender estos gobernantes. No saben con quién tratan. Unas veces es anécdota, como esta vez, pero otras acarreamos grandes peligros. Sobre todo el de hacer espantosos ridículos ante la ciudadanía...

Lo primero que ha de hacer un responsable político cuando haya de vérselas con una empresa estadounidense, es pensar que el interlocutor que la representa es Bush en persona escoltado por sus tropas conquistadoras. El mundo camina en esa dirección por culpa de ellos. La privatización, la seguridad, la zozobra, las maquinacones comerciales, el dumping... todo viene de las artificiosidades de los ensayis­tas mediáticos que se han pasado años cavilando las cosas que nos llegan para tener lo que tenemos. Todo está inficio­nado por el mismo virus de la prepotencia y de la mofa yan­qui. Bush y sus secuaces vienen haciendo estragos en el planeta desde que se adueñaron del poder. Pero, como to­dos los abyectos de la historia, no contentos con eso, se dedican a tomarle el pelo. Lo hacen por método. Sea en la ONU, en el tráfico de armas, dando uranio a quienes luego convertirá en enemigos "útiles"... o en los trapicheos de sus kioskos de comida fecal de todas las naciones.

¿Qué pensaba la ministra hispana? ¿que a la hora de tra­tar una empresa de aquel país con pardillos dignatarios lu­gareños, no la iban a tomar aquéllos como aborigen al que se encandila con espejuelos y cuentas de cristal? ¿creía que esa tropa ha renunciado a ver el mundo desde el visor telescópico del Rifle?

Burger King tiene 400 establecimientos en España. Eu­ropa entera está colonizada por esas setas y otras similares. Entre todas simulan competencia, como la simularon coca­cola y pepsicola. Pura argucia. Son la misma cosa. Pero la aparente rivalidad de las firmas escenifica mejor la compe­tencia y la ficción de que la democracia está articulada so­bre el libre mercado (Como si vd pudiera elegir electricidad para su casa entre Fenosa e Iberdrola). Y lo está. Lo está, pero en la concurrencia de las infinitas fruslerías, no en las materias primas, en los productos esenciales, en lo escaso y en lo que es fuerza económica motriz de todo lo demás...

El colonialismo hoy día tiene esta cara. Se hace, lo hacen los nuevos colonizadores -que ya dejaron étnica, antropoló­gicamente, hecha unos zorros el estante superior del Nuevo Mundo- en el Viejo. Bien por las buenas, como en Europa, en la feble Africa y en el mundo islámico traidor, bien por las malas cuando no se les quiere y se les rechaza. Las guerras americanas no sólo buscan aprovisionarse de petróleo y dominar por amor al arte de la democracia. Quizá, quién sabe, si esta Era nueva marcada por aquel marzo invasor de Irak no empezó porque un día Sadam Hussein se negó a permitir a su entonces "amigo" americano que le estaba ar­mando contra Irán, la instalación en Bagdag de una cadena de Burger o de Cola.

En cuanto se produce una penetración armada, ya están los no uniformados poniendo en marcha la logística del puesto de mercado; haciendo prospecciones para instalar los correspondientes chiringuitos. Los ejércitos de matarifes se mueven con tanques y otras bagatelas, pero los segura­tas que dan cobertura a los ejecutivos comerciales de la marca, van detrás preparando el sitio preciso por donde chorreen cocacolas y bigmacs para obesos y lelos...

No lo saben. No lo saben ésos que piden datos y datos para todo en cuanto haces razonables conjeturas o formulas sospechas racionales. No saben que la historia es siempre la misma. Sólo cambia la color; sólo los tornasolados que acompañan al orto y al ocaso del sol. Pero el sol, y todos los astros, salen siempre por el este y se ponen por el oeste...

El verdadero objetivo de la evangelización era levantar en un abrir y cerrar de ojos la iglesia y la misión para, entre­tanto, dedicarse los tercios tranquilamente al genocidio donde hubiera oro. Bush no ha lanzado a sus tropas (sacri­ficando ya a mayor número de muertos -sin contar los heri­dos y secuelas- que los habidos en el WTC) a conquistar Irak. Ni tampoco a entronizar la democracia. Ni tampoco, "sólo" para enriquecerse y enriquecer a Exxon. Bush fue a encaramar por el patio trasero a los ejércitos del Burger, de las Colas y del Donalds. Aunque ya ven que lo tienen crudo. Pero en todo caso por eso Burger King se ha permitido re­írse en las barbas de la ministra y de su ministerio sanitario. Y es, porque todos: uniformados y de paisano, republicanos y demócratas, son de la misma laya.

A ver si los que se dedican a discutir sobre el sexo de los ángeles, de los procesos de paz o guerra, de las mochilas y de banalidad tras otra, se dan cuenta de que el enemigo no está fuera, ni los terroristas vendrán jamás de la yihad. Es­tán dentro y hablan “americano”. Entre nosotros han estado y están los torturadores transportando torturados. Pues así como el íncubo es el demonio con apariencia de hombre y el súcubo con la de mujer, el terrorismo del Estado ameri­cano también es muy capaz de cobrar forma de hambur­guesa. A ver si se enteran de una vez...

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