22 diciembre 2005

Planificación frente a progreso sin dirección

“Sólo” la planificación podría enderezar el rumbo del mundo. Sólo la planificación económica del “tanto disponemos y tal población tenemos”, hace libres a hombres y mujeres.

Mien­tras no sea así, todo esto que viven los países occi­dentales es un ingenio para el expolio de otros ciudadanos del mismo territorio o que habitan a miles de kilómetros de dis­tancia; en realidad, una orgía de mentiras crueles, de en­ga­ños, de es­pejuelos y de una distribución forzada y forzosa de las riquezas de cada país a costa de los débiles.

Para que no digan a tontas y a locas los amantes del do­cu­mentalismo y los contradictores de turno... partamos de ci­fras, estadísticas, datos al fin; pues si no es así, en estos tiempos en que poco hay que no sea materia, las abstrac­cio­nes están cada vez más fuera de nuestro alcance inteligible...

Veamos:

1. Según el Banco Mundial, aproximadamente la mi­tad de la humanidad vive con menos de dos euros al día. (Moisés Naím-2005)

2. Las 356 personas más ricas del mundo disfrutan de una riqueza colectiva que excede a la renta anual del 40% de la humanidad. Mientras habla­mos con entusiasmo de la globa­lización, del co­mercio elec­trónico y de la revolución de las tele­comunicacio­nes, el 60% de las personas del mundo no ha hecho nunca una sola llamada tele­fónica y una ter­cera parte de la humanidad no tiene electricidad. En esta nueva era, en la que hay más y más conexio­nes económicas glo­bales, cerca de 1.000 millones de personas permanecen sin empleo o subemplea­das, 850 millones de per­sonas están desnutridas y cientos de millones de personas carecen de agua potable adecuada, o de combustible suficiente para calentar sus hogares. La mitad de la población del mundo está comple­tamente excluida de la econo­mía formal, obli­gada a trabajar en la economía ex­traoficial del trueque y la subsistencia. Otros consi­guen llegar a fin de mes en el mer­cado negro o con el crimen organi­zado. (Jeremy Rifkin-2001)

3. Un total de 674 millones de niños, alrededor de un tercio de los que nacidos en países en vías de de­sarrollo, viven en condiciones de absoluta po­breza, según el estudio Child Poverty in the De­veloping World.(2003)

4. Afirmar que sólo puede combatirse la pobreza me­diante la creación de riqueza es una contraverdad siempre utilizada como legitimación última de to­dos los comportamientos de quienes la producen: los ri­cos, personas y países. (Vidal-Beneyto-2002)

5. Si pudiésemos reducir la población mundial a una al­dea de solo 100 personas manteniendo las pro­porciones de todos los pueblos existentes en el mundo, se presentaría la si­guiente situación: 6 po­seerían el 59 % de las riquezas y las 6 serían nor­tea­mericanas; 80 vivirían en viviendas no habita­bles; 70 serían analfabetas; 50 sufrirían de malnu­trición; el 54% de la población mundial que vive con menos de dos dólares al día y el 22% cu­yos recur­sos inferiores a un dólar diario la sitúan por debajo del nivel de la pobreza ab­soluta.

6. Una de las argucias dialécticas del pensamiento único consiste en explicar que para distribuir la ri­queza antes es necesario crecer. Pero ocurre que en la mayor parte de las ocasiones por muy bien que vaya la economía nunca llega el momento de la redistribución. (Joaquín Estefanía)

7. En España aproximadamente un 20% de la pobla­ción vive por debajo del umbral de la pobreza, mar­cado en el 50% de la renta media nacio­nal. Con­sejo Económico y Social (CES)-2001

8. Unos 160.000 menores madrileños, un 14% del to­tal, viven en la pobreza, según el estudio Menores en guetos de infra­vivienda. Edis de investigación sociológica para el defensor del menor-2001

9. España queda en las estadísticas a la cola en gene­rosidad con los más pobres.

¡A qué seguir!...

El "progreso" no es cosa de los más inteligentes. Ni si­quiera de los más audaces. Es de los inquietos, de los des­aprensi­vos, y a menudo también de los arrepentidos, de los renega­dos y de los ociosos hartos de ocio. Hace mucho más daño la ociosidad, causa más o me­nos remota de la perversión, que la maldad a secas. La prueba es que los descubrimientos in­esperados y los in­ventos de científicos, de brujos o de botica­rios, de profesio­nales o aficionados, pa­cienzudos, -los "inteli­gentes"- son utili­zados inmediatamente por otros -los listos- para obtener pro­vecho en principio sólo personal y casi siem­pre para fines muy diferentes de las aplica­ciones que la in­tención del inventor y el pro­pio descubrimiento sugieren... La idea primigenia es colosal. Pero su aplicación ya no tanto. Luego ocurre que si hace "fortuna", los países se empeñan en ella aunque no sea extensible o sólo útil para unos cuan­tos, y si no hace “for­tuna”, aunque sea provechosa para mu­chos o para el gé­nero humano, se abandona. El mercado es así. Ese es el li­bre mercado abandonado a su suerte en la que medra no el inteligente ni el que se gana el pan a base de sudor, sino el listo eterno...

Con la política -en el reverso de la materialidad del ar­te­facto- sucede lo mismo. El "invento" es la Revolución, y los inventores de ésta, los Enciclopedistas franceses. Napo­león, el “técnico”, se propone extenderla bajo la excusa de llevar a todas partes el espíritu revolucionario, y de él la li­bertad sobre todo (como hoy Bush), a lo largo y ancho de Europa, tras in­contables campañas con centenares de miles o millones de muertes y de sufrimiento. Antes, el "descubri­dor" fue Colón, Colom o Colombo. Tras él, los "técnicos" abren camino a los genocidios en las Nuevas Tierras. Nobel descubre la pól­vora, Oppenheimer fusiona el átomo con es­peranzas grandiosas puestas en ambos descubrimientos. Inmediatamente llegaron a ellos los lis­tos, y ya sabemos para qué sirven ambos in­ventos...

Decía al principio que sólo la planificación económica, sin li­bertad de mercado, nos hace libres. No sólo porque es lo más racional no dejar al albur del mercado la suerte de cada ser humano, sino porque los motivos de endeudamiento de las naciones están invertidos también con la racionalidad en la mano. Las naciones del Tercer Mundo endeudadas con las del Primero son en realidad, sin los artificios de la conta­bili­dad, sus acreedoras. Todo el ingenio de los países occi­den­tales más "ricos" consiste en lo siguiente: siendo por defecto muy pobres en materias primas, primero mantienen el artilu­gio primitivo del Mercado y luego se adue­ñan de ellas apoya­dos por sus ejércitos. Así es que su único mérito, que en el siglo XXI es un demérito, es que sus abundantes listos (los zánganos de la colmena) no tienen màs que limi­tarse a cose­char cerebros inteligentes (científi­cos y técni­cos) que las transforman. Ademàs esto lo idean y sostienen sólo los paí­ses punteros, porque otros que forman parte del método con­tribuyen sólo a reforzarlo.En esta sim­ple ecua­ción estriba todo el bombo y todo el autobombo oc­cidental... ¿Esto es in­teligencia? ¿No será más bien zoolo­gía pura de zorras y car­niceros?

También hablaba de que hoy las atrocidades cometidas para expandir la democracia pretenden justificarse en la li­bertad que, dicen, lleva aparejada; como antaño la Revolu­ción y antes la evangelización pretendían justificar las suyas por la expansión de su tríptico la primera y la del reino de Dios la segunda. Hoy se habla (incluso lo hacen gentes de presunta buena fe, como Joseph S. Nye), de "salvar políticamente" a ese país asiá­tico que hubo de sufrir a un tirano durante más de quince años. Se habla de "salvar" a otras naciones de las garras de quien sea, simplemente porque los presidentes norteameri­canos, desde Roosvelt hasta George W. Bush, como el Na­poleón que termina coronado por sí mismo em­perador, se propusieron la penetración fálica del invento de la democra­cia moderna del barón de Montequieu, en países que tienen pe­tróleo y mediante millones de asesinatos. Bien. Pero todo para descubrir al final del proceso, los que vivimos en de­mo­cracia a la americana, que la libertad ciu­dadana va a pa­rar a manos de la dictadura de los medios, de las mafias de toda la calaña, del crimen más o menos organizado y de grupos fi­nancieros mundiales y nacionales que son los que verdade­ramente nos gobiernan. ¿Podemos considerar que es la "in­teligencia" humana la promotora del "progreso" que, en el caso de tener que celebrarlo, sólo al­canza a un tercio de la humanidad y es además suficiente para destruir, como lo está haciendo, la biosfera?

Inteligencia y listeza, seres inteligentes y espabilados. Esta es la dicotomía en la que la humanidad se desenvuelve desde que inventó el fuego y la yesca, la azada, el arado, el tractor y la cosechadora.

En todo caso, hablemos de inteligencias benefactoras y de listezas por definición anodinas o destructoras. Pero me niego a tener al "ser humano" por "inteligente" de un plu­mazo, sin más. Por "inteligente" no tengo, jamás, al "ser humano" que gobierna el mundo. Lo gobiernan mutantes, lo gobiernan los necios, los ambiciosos, los charlatanes y los sumisos a otros que gobiernan más lejos. En cualquier caso, la diferen­cia entre el ave que vuela por sí misma y el humano que lo hace con prótesis, es que el ave no se jacta, mientras que el humano, víctima de su jactancia, es capaz de inmolar a la mayor parte de los miembros de su propia sociedad...

Es probable que el lector vea en estas afirmaciones una distorsión de la realidad. Pero eso es porque todos estamos sumidos en el embeleco de unos valores materiales e incor­póreos asociados al progreso, que nos nublan el entendi­miento virginal. No podemos concebir fácilmente otra cosa diferente de la que tenemos delante, a nuestra vista y prefe­rentemente tangible. Todo lo que no sea eso exige imagina­ción que sólo aplicamos a duras penas ya a la literatura de­cadente, y a raudales a la ficción desbordada de argumen­tos espaciales.

Nos es imposible idear otro mundo sin móviles, sin co­ches, sin videojuegos, sin lavadoras, sin aviones, sin trenes, sin te­levisión. Para calibrar hasta qué punto el occidental vive apri­sionado no ya por la disponibilidad de agua potable a manos llenas o por el climatizador, sino por la red hipnóp­tica que la tecnología le ha tendido, no tenemos más que pensar en qué sería -será- de cada individuo occidental si de repente se viera privado de todo o de "algo" de todo eso que sostiene a la civilización occidental y que llamamos "progreso".Y lo cierto es que sucederá por falta de energía en el momento "opor­tuno"...

Pero si hablamos de las libertades políticas y formales que parecen constituir el núcleo del Bien máximo moral, debe te­nerse en cuenta que cuando no es porque el individuo no puede "hablar de lo suyo" porque es miembro de las fuerzas de seguridad, es porque pertenece a una cadena de empre­sas; y cuando no, es porque es militante de un partido; y cuando no, porque es miembro de una religión; y cuando no, porque quien controla verdaderamente el pueblo donde vive es otro distinto de quien lo aparenta; y cuando no, por­que si lleva su caso al juez, éste es de esta o aquella ideo­logía; y cuando no... Por cierto ¿a qué obedece si no en este último caso el instituto jurídico del "secreto de sumario" relacionado con la asimetría en el trato y beneficios del pro­greso tanto material como moral y político, sino para prote­ger con mayo­res garantías a la clase dominante?

Si medimos el cuanto de libertad que la tela de araña nos reporta, veremos enseguida que se reduce a nuestra es­tricta intimidad y a engordar la ilusión de que la disfrutamos porque "podemos" hacer ruido desde un colectivo donde los acuer­dos al final los toman dos o tres listillos que suelen estar hechos de la misma pasta que el resto del Poder ofi­cial...

El caso es que, siendo la libertad política el producto que más se vende en las democracias, la mayoría debe confor­marse con la libertad interior. Y para ese viaje de la libertad interior que podemos tener hasta en la cárcel, no hacían falta las alforjas de este aparatoso y costoso, humanística­mente hablando, tinglado que sirve para entregar nuestra li­bertad real a unos administradores únicos que son los me­dios -los más libres para sí y para sus causas- y el terrible poder finan­ciero.

Lo único que hace grandes a las sociedades y quienes las gobiernan, es que todos los individuos dispongan de lo in­dis­pensable para vivir con dignidad sin depender de la vo­luntad de otro. A partir de ahí, estaríamos dispuestos a tole­rar el li­bre mercado y el lema. A partir de ahí ¡adelante la li­bre con­currencia!

Si no es así, el individuo que no forma parte estrecha de al­guno de los poderes institucionales o de los poderes fácti­cos, ni tiene libertad, ni tiene independencia, ni tiene digni­dad aunque por necedad o porque no tiene más remedio se en­gañe a sí mismo y lo considere así. Y para darse cuenta, sólo tiene que esperar cada puerco que le llegue su san­martín...

Repito lo dicho en la introducción, no sea que se nos ol­vide por efecto del martillo pilón con que nos modelan el seso y nos tallan la conciencia: sólo la planificación econó­mica del tanto disponemos y tanta población tenemos, hace verdade­ramente libres a los seres humanos de cualquier condición, inteligencia y raza. Lo demás es permitir que la sociedad humana se rija por el rasgo más primitivo existente en el Re­ino animal: la depredación que le está, además, conduciendo al esperpento de que se está devorando a sí mismo.

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