Decía Ortega y Gasset que hay verdades que se sustentan en la discusión y duran sólo el transcurso de ella.
Estas de las que voy a hablar aquí no son dos ficciones, ni dos tesis. Son, como digo, dos verdades, pero dos verdades llamadas a durar lo que dure la lectura. Luego se las llevará el vendaval colectivo-mediático y se evaporarán...
ETA y el terrorismo vasco, Al Qaeda y el terrorismo internacional son dos mentiras gigantescas. La mentira se distingue siempre de la verdad en que la verdad es a menudo complicada de explicar, mientras que la mentira es muy sencilla: suele caber en tres palabras. En esto, en este cuasi principio se basa el libelo, la maledicencia, los chismes de comadres y buena parte de la historia del presente, tanto la de este país como la del mundo entero.
¿Que hay terrorismo? ¡Qué duda cabe! Siempre lo hubo. No es un fenómeno del siglo XXI. Lo que es un invento es la intensidad, la persistencia, la onda expansiva psicológica que se percute a su abrigo, las organizaciones superinteligentes y estables que se hacen suponer. Pues nada de esto responde a toda la verdad...
La diferencia entre ETA y Al Qaeda es que tras la intención separatista genuina de ETA que se pierde en la noche del tiempo, siguió el invento hasta nuestros días. Es, en cualquier caso un invento hispano. Pero Al Qaeda lo es del ingenio neocons. Que una y otra ficción o verdad a medias matan, también es palmario. El terrorismo es el arma de los débiles. Pero lo que sucede es que si el terrorismo ocasional, ahora, por ejemplo, en Irak, en Palestina, Líbano, Gaza son respuestas a una política devastadora y genocida, las acciones terroristas sobre las que se ha levantado la política nacional española y la norteamericana son aisladas y en absoluto justifican medidas y políticas que las magnifican hasta la náusea para justificar atrocidades y una geopolítica marcadamente colonial a la que a su vez aquéllas respoden.
Unos cuantos chiflados de buena fe y otros cuantos no tan chiflados por un poco de dinero, pueden sostener el mito y con el mito otros desde los despachos mover montañas. Porque en el río revuelto, los pescadores con licencia echan al río muchos cebos. Y la pesca, que originariamente fue con caña y gusano, acaba convertida en pesca con red y técnica de arrastre. Y así sucede que, cuando los chiflados no matan por su causa, vienen los sicarios desde las cloacas que, por una promesa y unos denarios ponen una mochila aquí y una goma dos allá, sin saber siquiera lo que llevan ni lo que su acción va a provocar. Otras veces fue el pistoletazo de un miserable que nada tenía que ver con "la causa", pero dejando en el suelo una parabellum acullá producirá los mismos efectos que si hubiera sido disparado por "la causa". Al final ¡qué más da! ¿Quién se va a molestar en desdecirles, en decir: "no hemos sido nosotros, son los fascistas del otro lado, los centralistas"? Ni nadie les va a creer, ni nadie quiere creerlo. Y además, burla burlando les puede hasta venir bien a quienes desean separarse del Estado que así se crea. Es difícil calcular si la aprobación o desaprobación será eficaz para esos fines. Por eso, al final la dificultad del desmentir hace que se decanten por callar. El caso es que esta situación puede durar en el tejido social treinta, cincuenta años o un siglo. Mientras la idea madre dura, los gobiernos que se van sucediendo están atrapados en ella, y sus cloacas no tienen más que mantenerla como las sacerdotisas mantenían el fuego sagrado de los dioses. Mientras tanto ellos, los políticos, sólo tienen que "administrar" social, económica y políticamente el marasmo...
En cuanto al terrorismo internacional, tres cuartos de lo mismo. Pero, naturalmente, con su toque americano de cow boy, gansteril, dillingeriano. Personajes de leyenda tipo peter pan combinados a lo halloween: Bin Laden o el mulá Omar, son suficientes para poner en marcha la ficción y tirar de la historia contemporánea hasta cansarnos. No importa que sean ya muchos los que después de Thierry Meyssan, director de la Réseau Voltaire, y entre americanos, abogados, políticos y periodistas hayan puesto a descubierto que el autor más o menos intelectual, como ahora gusta decir, del 11S, fue la misma administración Bush. Porque como en el caso hispano, ¿quién tendrá la superior fuerza que haga prevalecer su tesis, prácticamente indemostrable a escala universal, sobre la teoría conspirativa nacional en un caso, e internacional en el otro; máxime cuando todos los medios día tras día la refuerzan y rentabilizan con millones de páginas impresas y otros millones de horas televisivas? ¿Qué se ganaría con que resplandezca la verdad verdadera si hubiese alguien capaz de desmontar urbi et orbe la sesión de ilusionismo de un tajo? El mundo mediático se vendría abajo. Y no sólo el mediático. El mundo, que ha pasado de una Era a otra a partir de una mentira, se desplomaría con efectos más perniciosos económicos que los que tendría una guerra de verdad. Conviene, pues, seguir creyendo que las cosas son como parecen y no como en el fondo son. La historia, en cualquier caso no es más que una sucesión de conspiraciones victoriosas que prevalecen unas sobre otras. No mucho más. Sólo de los hechos materiales, generalmente trágicos, podemos estar convencidos porque los vemos. Aunque en ocasiones hasta dudemos de ellos cuando nos los han pasado por la pantalla millones de veces, y hasta pueden seguir ahí las Torres Gemelas y no verlas...
Pero de quiénes sean sus autores jamás se sabrá a ciencia cierta. Y aunque termine sabiéndose ¿qué más dará? ¿Qué más da saber treinta años después que Kissinger, tras desclasificaciones de la CIA fuese el padre del golpe Pinochet? Se le da el Premio Nobel y se lava con perfume la herida ya cicatrizada...
Hay muchos proverbios y refranes que apuntan a esto, y hay uno bien expresivo castellano: "el que dice ¡al ladrón!, ése es el ladrón"
La cosa es que la bola de nieve se hace cada vez más grande a medida que pasa el tiempo. Y aunque muchos en el mundo y en este país "sabemos" que nada (o muy poco) de lo que se dice sobre sucesos terroristas es verdad salvo el suceso trágico en sí, el mundo seguirá su singladura como si lo que sucede fuese como se relata y los autores fuesen quienes se señala. A fin de cuentas también los griegos antiguos, pese a saber que no existían sus mitos, vivían "como si existieran".
De la ETA auténtica sólo quedan hace mucho tiempo las cenizas. Lo que queda de ella son encapuchados de ocasión y gestores de la mentira que comparten, todos bien gustosos, con el resto del país.
Al Qaeda y demás son dos artificios rellenados con la farfolla de unos cuantos chalados y de otros cuantos "profesionales" del crimen, para mantener el mito hasta donde y cuando haga falta: una mina inagotable que puede durar más de lo debido. O quién sabe si no meses: bastará que los demócratas yanquis vean provecho en delatar a Bush, aunque como imperialistas que son todos ya estén preparando sus propias insidias, tretas y barbaridades suavizando inicialmente la repulsiva agresividad de los republicanos neocons.
Bueno, ala, ahora volvamos a las verdades oficiales que es desde nos podemos entender y todos los círculos mediáticos comunicarse. Limbo donde la sociedad española y el mundo están acostumbrados a desenvolverse y sobre todo a perorar.
Pero dígase lo que se diga, yo afirmo: "eppur si muove".
Estas de las que voy a hablar aquí no son dos ficciones, ni dos tesis. Son, como digo, dos verdades, pero dos verdades llamadas a durar lo que dure la lectura. Luego se las llevará el vendaval colectivo-mediático y se evaporarán...
ETA y el terrorismo vasco, Al Qaeda y el terrorismo internacional son dos mentiras gigantescas. La mentira se distingue siempre de la verdad en que la verdad es a menudo complicada de explicar, mientras que la mentira es muy sencilla: suele caber en tres palabras. En esto, en este cuasi principio se basa el libelo, la maledicencia, los chismes de comadres y buena parte de la historia del presente, tanto la de este país como la del mundo entero.
¿Que hay terrorismo? ¡Qué duda cabe! Siempre lo hubo. No es un fenómeno del siglo XXI. Lo que es un invento es la intensidad, la persistencia, la onda expansiva psicológica que se percute a su abrigo, las organizaciones superinteligentes y estables que se hacen suponer. Pues nada de esto responde a toda la verdad...
La diferencia entre ETA y Al Qaeda es que tras la intención separatista genuina de ETA que se pierde en la noche del tiempo, siguió el invento hasta nuestros días. Es, en cualquier caso un invento hispano. Pero Al Qaeda lo es del ingenio neocons. Que una y otra ficción o verdad a medias matan, también es palmario. El terrorismo es el arma de los débiles. Pero lo que sucede es que si el terrorismo ocasional, ahora, por ejemplo, en Irak, en Palestina, Líbano, Gaza son respuestas a una política devastadora y genocida, las acciones terroristas sobre las que se ha levantado la política nacional española y la norteamericana son aisladas y en absoluto justifican medidas y políticas que las magnifican hasta la náusea para justificar atrocidades y una geopolítica marcadamente colonial a la que a su vez aquéllas respoden.
Unos cuantos chiflados de buena fe y otros cuantos no tan chiflados por un poco de dinero, pueden sostener el mito y con el mito otros desde los despachos mover montañas. Porque en el río revuelto, los pescadores con licencia echan al río muchos cebos. Y la pesca, que originariamente fue con caña y gusano, acaba convertida en pesca con red y técnica de arrastre. Y así sucede que, cuando los chiflados no matan por su causa, vienen los sicarios desde las cloacas que, por una promesa y unos denarios ponen una mochila aquí y una goma dos allá, sin saber siquiera lo que llevan ni lo que su acción va a provocar. Otras veces fue el pistoletazo de un miserable que nada tenía que ver con "la causa", pero dejando en el suelo una parabellum acullá producirá los mismos efectos que si hubiera sido disparado por "la causa". Al final ¡qué más da! ¿Quién se va a molestar en desdecirles, en decir: "no hemos sido nosotros, son los fascistas del otro lado, los centralistas"? Ni nadie les va a creer, ni nadie quiere creerlo. Y además, burla burlando les puede hasta venir bien a quienes desean separarse del Estado que así se crea. Es difícil calcular si la aprobación o desaprobación será eficaz para esos fines. Por eso, al final la dificultad del desmentir hace que se decanten por callar. El caso es que esta situación puede durar en el tejido social treinta, cincuenta años o un siglo. Mientras la idea madre dura, los gobiernos que se van sucediendo están atrapados en ella, y sus cloacas no tienen más que mantenerla como las sacerdotisas mantenían el fuego sagrado de los dioses. Mientras tanto ellos, los políticos, sólo tienen que "administrar" social, económica y políticamente el marasmo...
En cuanto al terrorismo internacional, tres cuartos de lo mismo. Pero, naturalmente, con su toque americano de cow boy, gansteril, dillingeriano. Personajes de leyenda tipo peter pan combinados a lo halloween: Bin Laden o el mulá Omar, son suficientes para poner en marcha la ficción y tirar de la historia contemporánea hasta cansarnos. No importa que sean ya muchos los que después de Thierry Meyssan, director de la Réseau Voltaire, y entre americanos, abogados, políticos y periodistas hayan puesto a descubierto que el autor más o menos intelectual, como ahora gusta decir, del 11S, fue la misma administración Bush. Porque como en el caso hispano, ¿quién tendrá la superior fuerza que haga prevalecer su tesis, prácticamente indemostrable a escala universal, sobre la teoría conspirativa nacional en un caso, e internacional en el otro; máxime cuando todos los medios día tras día la refuerzan y rentabilizan con millones de páginas impresas y otros millones de horas televisivas? ¿Qué se ganaría con que resplandezca la verdad verdadera si hubiese alguien capaz de desmontar urbi et orbe la sesión de ilusionismo de un tajo? El mundo mediático se vendría abajo. Y no sólo el mediático. El mundo, que ha pasado de una Era a otra a partir de una mentira, se desplomaría con efectos más perniciosos económicos que los que tendría una guerra de verdad. Conviene, pues, seguir creyendo que las cosas son como parecen y no como en el fondo son. La historia, en cualquier caso no es más que una sucesión de conspiraciones victoriosas que prevalecen unas sobre otras. No mucho más. Sólo de los hechos materiales, generalmente trágicos, podemos estar convencidos porque los vemos. Aunque en ocasiones hasta dudemos de ellos cuando nos los han pasado por la pantalla millones de veces, y hasta pueden seguir ahí las Torres Gemelas y no verlas...
Pero de quiénes sean sus autores jamás se sabrá a ciencia cierta. Y aunque termine sabiéndose ¿qué más dará? ¿Qué más da saber treinta años después que Kissinger, tras desclasificaciones de la CIA fuese el padre del golpe Pinochet? Se le da el Premio Nobel y se lava con perfume la herida ya cicatrizada...
Hay muchos proverbios y refranes que apuntan a esto, y hay uno bien expresivo castellano: "el que dice ¡al ladrón!, ése es el ladrón"
La cosa es que la bola de nieve se hace cada vez más grande a medida que pasa el tiempo. Y aunque muchos en el mundo y en este país "sabemos" que nada (o muy poco) de lo que se dice sobre sucesos terroristas es verdad salvo el suceso trágico en sí, el mundo seguirá su singladura como si lo que sucede fuese como se relata y los autores fuesen quienes se señala. A fin de cuentas también los griegos antiguos, pese a saber que no existían sus mitos, vivían "como si existieran".
De la ETA auténtica sólo quedan hace mucho tiempo las cenizas. Lo que queda de ella son encapuchados de ocasión y gestores de la mentira que comparten, todos bien gustosos, con el resto del país.
Al Qaeda y demás son dos artificios rellenados con la farfolla de unos cuantos chalados y de otros cuantos "profesionales" del crimen, para mantener el mito hasta donde y cuando haga falta: una mina inagotable que puede durar más de lo debido. O quién sabe si no meses: bastará que los demócratas yanquis vean provecho en delatar a Bush, aunque como imperialistas que son todos ya estén preparando sus propias insidias, tretas y barbaridades suavizando inicialmente la repulsiva agresividad de los republicanos neocons.
Bueno, ala, ahora volvamos a las verdades oficiales que es desde nos podemos entender y todos los círculos mediáticos comunicarse. Limbo donde la sociedad española y el mundo están acostumbrados a desenvolverse y sobre todo a perorar.
Pero dígase lo que se diga, yo afirmo: "eppur si muove".
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