05 abril 2006

La Iglesia funesta

Toda esa fanfarria puesta en marcha por el portavoz epis­co­pal sobre el embrión humano invocando el "Parirás con dolor" de la Biblia, podría tener algún sentido discursivo so­bre el que se puede o no estar de acuerdo. Se podría discutir, si no fuera porque las acusa­ciones al gobierno actual, ahora de legalizar nuevas for­mas de eugenesia que acompaña a la pro­clama, son recurrentes. Por la acu­sación en sí misma al gobierno, se des­autorizan persistentemente los propios obispos acusado­res. Por defecto de forma se anula­n constantemente muchas de­mandas y apelaciones en el ámbito jurisdiccional... Debi­era te­ner esto en cuenta la Conferencia de los Obispos.

A mí, políticamente, en el fondo me da igual. No estoy con ningún gobierno ni simpatizo con ningún partido en especial. Estoy contra el Poder, contra el que da la cara y con el oculto... Lo que me asquea de esta repulsiva Conferencia Episcopal es esa falta de objetividad y de ecuanimi­dad que la caracterizan; mejor dicho lo que caracterizan a los que inter­namente y "realmente" la go­biernan: Rouco y compañía. Y todo cuando ya llueve sobre mojado en nuestra aversión a tanto y tan secular dislate y daño causados por esa misma Iglesia que la CEE repre­senta en España.

Pues todo esto de la eugenesia y de la clonación viene de lejos. Y entonces ¿por qué cuando gobernaba el partido lla­mado conservador y du­rante ocho larguísimos años no se oyó ni una mosca ale­teando desde la sede episcopal, ni contra el gobierno ni co­ntra nada corpóreo que tuviera que ver con el gobierno? ¿por qué en cambio desde que está el partido so­cialista no cesa en sus acusaciones, ataques y promoción de manifestaciones? Un gobierno, éste, que hasta en las asigna­ciones a ella ha mostrado con la “Iglesia” una generosidad que no merece....

¿Se da o no se da cuenta la necia Conferencia de que el oportunismo y no la oportunidad es lo que maneja obscena y constante­mente? Pues tenga en cuenta que no nos pasa desaperci­bido que el oportunismo y la inoportunidad es lo primero que aprenden a manejar los gobernantes populistas y los presti­digitadores sociales.

La Iglesia católica, pese a que se postule y pase su histo­ria presumiendo de imperecedera, en conjunto va pendiente abajo hace mucho tiempo...

Que hay en su seno, en su nú­cleo y en su periferia, como las hay en toda sociedad humana, fuerzas internas salva­je­mente contra­puestas, lo sabemos. Que la "Iglesia" no es la je­rarquía, lo sa­bemos. Que la religión cumple una función social como la cumple la prostitución, lo sabemos. Que nada tiene que ver la Iglesia católica en Francia o en la misma Italia con la iglesia católica en España, lo sabemos. Sabemos todo eso y mucho más sobre la Igle­sia católica. Y también sabemos, que para adorar a un Dios presunto y para guiarse el ser humano por el camino del bien y del recto pensar y el recto obrar, el ser humano no necesita que le pongan la cabeza como un bombo ni infor­mación religiosa a espuertas que no hace más que embro­llar hasta lo más simple que es el instinto más elemental. Instinto que la iglesia católica se ha pasado la historia no tanto refrenando en los aspectos que puedan per­judicar al individuo y a la sociedad, como bloqueando lo que justamente les une a las "excelencias" de la Naturaleza. Esto es lo que ha venido atrofiando. Sofocándolo hasta el extremo de que el globo, las especies vivientes y la humanidad peli­gran por esa atro­fia del instinto de supervivencia de la espe­cie, a la que ha contribuido la Iglesia católica en connivencia con el protes­tantismo weberiano y el pragmatismo anglo­sajón. Para interpretar tanto las enseñanzas evangélicas –de ahí su grandeza- y para saber leer el instinto natu­ral no se precisan exégetas. Y sin embargo salen los intérpretes como setas. Ninguna otra religión como la cristiana pésima­mente inter­pretada ha hecho, como tal institución, más daño al mundo y a la humanidad.

Con estas cosas la Iglesia y los obispos no contribuyen a suavizar o "civilizar" la costumbres "depravadas" como se su­pone hizo por ejemplo en tiempos del Imperio Romano. Con estas actitudes, después de tanta mon­serga, contradic­ción y traición a las más sencillas enseñanzas evangélicas, las exaspera y las solivianta; fomenta, a través precisamente de la contestación, el librepensamiento y el libre obrar en su di­rección más nefasta.

La CEE es el foco más pernicioso para la propia religión católica que pueda haber ac­tualmente en parte alguna del planeta. Las deserciones, la falta de voca­ciones y la huida lite­ral de la población "re­ligiosa" hacia otras confesiones, en Es­paña y en Latinoamérica la están poniendo al borde del preci­picio. Y esto es consecuen­cia del filisteísmo de la jerarquía, de las Conferencias episco­pales y de la nece­dad de sus extra­viados admi­nistradores apostólicos.

Cuando todos ellos deban rendir cuentas a Cristo de sus in­cesantes disparates, Cristo les dirá: "os habéis pa­sado la his­toria ensordeciendo a los hombres, procurando que los hom­bres no me escuchen a mí ni a mi Padre; dedicándoos exclu­siva, villana y mercantilmente a traficar con mi doc­trina". Y pedirá al Padre que reinvente el In­fierno, exclusi­vamente para ellos.

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