23 marzo 2007

El milagro económico español

Esto del "milagro económico español" me suena. Quiero recordar que periódicamente también durante el franquismo, cuando sólo se vivía de la producción de esparto, de la exportación de la naranja y del sol para tu­ristas se sacaba a relucir este mismo eslogan...

Hoy se publican dos gráficos en torno a ese titular, que dan mucho que pensar. Por un lado está el del ascenso de la renta per capita que en 1985 era equivalente al 71% de la Europa de los Quince, en 2004 había ascendido al 90%, y tras las últimas am­pliaciones con países más pobres se situaba por encima de la renta media (100,7%) de la Eu­ropa de los Veinte. Por otro lado, el gráfico de In­fracciones que recoge el número de expedientes abiertos por infrin­gir el derecho co­munitario, en el que Es­paña figura en segundo lu­gar, después de Italia, con 166. Pero resulta que, por ejemplo, en materia de medioambiente, aunque no se publica el gráfico al res­pecto, las infracciones alcanzan el 30%.

Pero, aparte de su oprobioso reparto, ¿qué clase de riqueza pro­duce España en el sector industrial de cual­quier naturaleza o en el de la investigación que marcan ordina­ria­mente los índices de expli­cación más convincente que justifican los cantos de alabanza a la prosperidad? Prácticamente ninguna. ¿Cuál es el foco o la fuente principales de la riqueza, habida cuenta que tampoco el comercio exterior ofrece datos significativos que ex­pliquen el alza progresiva de la renta per capita? Os lo voy a de­cir: la construcción, la con­trucción inaca­bable, por un lado, con las transguesiones de la nor­mativa local y auto­nómica que la acompa­ñan, y las infracciones del de­recho comunitario global, por otro; so­bre todo las de medio am­biente.

Si vd. se impone a sí mismo la obligación de no fumar o no beber du­rante un mes y rompe su compromiso a los dos días, el grado de satis­facción (riqueza) es proporcional al empeño roto en cumplirlo. Por aquí se explica el nuevo milagro español de la prosperidad. Se acuerdan en los ayuntamientos y similares ordenanzas, limitaciones, calificaciones de te­rrenos, prohibición de construir en áreas, en par­ques naturales y en eco­sistemas enteros, y luego, al primer des­cuido político-electoral ¡zas! se saltan a la torera y se obtiene por un lado unos beneficios es­púreos para una caterva de cómplices, y puestos de trabajo sin cuento para centena­res de miles de inmi­grantes. He aquí el milagro económico español, complementado por la privatización que no cesa dejando al margen de la asistencia a numerosas bolsas sociales.

Efectivamente, el rodillo de la transguesión produce una riqueza artifi­cial, pero riqueza al fin y al cabo. Como la ingeniería financiera y el no declarar los beneficios reales las empresas, siempre mucho más aten­tas a burlar la fiscalidad que a realizar la venta de sus pro­ductos. De la in­fracción vienen los beneficios y al final la riqueza de la que se ufana Es­paña. Yo también me enriquecería y fabricaría a muchos ricos si ob­tu­viese una ayuda como la que España viene obteniendo desde su in­cor­poración a la UE, o un crédito blando mil­millonario. No es cuestión, en España, de imaginación el enrique­cerse y el incrementar la renta per ca­pita. El lema es: legíslese a destajo, acéptense sumisamente las re­glas del juego comunitario, y luego transguédase, infrínjase, defráudese y en­cúbrase también a destajo. Así se hará inmensamente rico propi­ciando que la correa de transmisión de la riqueza, asquerosa y des­igualmente repartida, fun­cione.

La cuestión final es que es la Naturaleza en primer lugar quien paga los platos rotos, y luego, ¡a ver cuánto dura esto!. Que la gene­ración espa­ñola y neoliberal de hoy sólo piensa en sí misma porque vive el hoy y el ahora ignorando olímpicamente a la generación de sus hijos y nietos, es una evidencia para la que sólo se requiere un mínimo de sensibilidad. Pa­rece que Al Gore, en su país, que equi­vale ahora al mundo entero, se dedica a propagar la idea. Hijos y nietos que ten­drán probablemente que conformarse con un dedal de agua al día y superar constantemente la tentación de suicidarse o la de hacer la guerra contra quien sea, que es otra de las maneras de quitarse la náusea y el hastío las sociedades sin imaginación de la buena, la creativa. En Es­paña la hay, y mucha, pero ¡pobre de los cultos, de los sensibles y de los crea­tivos! Como la buena educa­ción, hay que esconder la cultura, la sensi­bilidad y la creatividad. Eso, camuflarlas, o emigrar en cuanto se pueda a países donde las tres cosas son tan valoradas o más que la fortuna. Sólo así, in­hibiéndose las inteligencias verdaderas o emigrando, el mi­lagro económico español po­drá continuar. Mientras, las dife­rencias en­tre la construcción de viviendas de mil metros cuadrados para parejas sin hijos y las que no se cons­tru­yen o se pergeñan con 30 para fa­milias numerosas, son más abismales. Pero ufa­némo­nos, adelante con el milagrito económico español, y a dor­mir. Por cierto ¿qué me dicen vds. de la ganancia de los bancos 15.730 millones en 2006, un 27,7% más? De ellos sí, de ellos sí que debemos enorgullecernos. De ellos y de sus limpísimos beneficios...

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